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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 25. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Lenguaje Amable

Quizá, el más característico aspecto del japonés es el uso de diferentes palabras y estructuras de oraciones para diferentes situaciones sociales. Ningún idioma de los que he aprendido tiene tal diferencia de vocabulario y estructuras según se le habla informalmente a un amigo, a un subordinado o muy formalmente a una persona “mayor”. Solamente la palabra “yo” tiene al menos tres formas de uso común: watakushi, boku y ore, y lo mismo sucede con “tú” y los otros pronombres.

Para dominar estas distinciones, uno debe involucrarse frecuentemente en situaciones sociales que requieran usarlas correctamente. La simple explicación de la lógica de estos esquemas lingüísticos no le permitirán dominarlos. Hay que volverse un poco japonés en mentalidad para poder cambiar del lenguaje amable al casual según el escenario social. Esto requiere una gran exposición ya sea en situaciones de la vida real o escuchando material auditivo apropiado. También es necesario que usted acepte la cultura.

Hasta que logré dominar los distintos niveles de amabilidad, simplemente hablé japonés neutral. De hecho, hasta cierto punto, aún lo hago. Al hablar un idioma extranjero, lo importante es tratar de no ser ni muy coloquial ni muy formal. Normalmente no se espera eso de un extranjero. El dominio absoluto de los niveles de amabilidad tampoco es necesario para comunicarse. Entender completamente las sutilezas de las palabras y frases amables requiere un nivel avanzado de sensibilidad cultural que no se puede forzar, sino que se desarrolla naturalmente con el tiempo.

Aparentemente, las estructuras de las oraciones del japonés, tienen su origen en el norte de Asia y por lo tanto son similares a las del coreano. Gran parte del vocabulario original está, según algunos expertos, vagamente relacionado con las lenguas de la Polinesia y vienen del pueblo jomón, que se estableció en Japón hace 20.000 años. Eran cazadores recolectores que vivieron en Japón antes de las distintas olas de inmigrantes del norte de Asia, llamados pueblos yayoi. Trajeron con ellos la cultura del arroz alrededor del año 300 aC. Por cierto, el pueblo jomón pudo haber sido el primero en el mundo en desarrollar la alfarería, hace más de 10.000 años. El sistema de escritura chino fue introducido en Japón hace más de 1.500 años junto con muchas palabras, la tecnología china y la religión budista. Las magníficas estructuras de madera encontradas en Nara y Kioto incluyen los más grandes y antiguos edificios de madera del mundo. Las técnicas usadas en la construcción son las mejores preservadas y los ejemplos más sobresalientes de la tecnología china de construcción en madera, que datan de la civilización original del río Amarillo.

En tiempos recientes, el idioma japonés ha aceptado muchas palabras extranjeras prestadas, especialmente del inglés. El japonés es una rica amalgama de muchas influencias. Conocer los caracteres chinos ayuda a los extranjeros a aprender japonés, y la estructura gramatical japonesa es similar a la coreana. Por lo tanto, sus vecinos asiáticos tienen ventajas para aprender japonés. Sin embargo, la actitud del estudiante es un factor más importante que la proximidad geográfica o genética. He conocido muchos extranjeros de otras partes del mundo que tienen una actitud positiva y se han destacado hablando japonés.

Mientras que yo hablaba japonés de manera fluida, mi esposa que parece asiática, no sabía hablarlo muy bien. A menudo manteníamos conversaciones triangulares con japoneses en lugares públicos. Yo hablaba japonés y la persona japonesa le contestaba a mi esposa. Los japoneses no podían aceptar el hecho de que la cara occidental fuera la que hablara japonés y no la asiática.

Siguiendo la misma línea, años más tarde en Canadá, una mujer japonesa mayor hizo la siguiente observación sobre un niño, hijo de padres japoneses y caucásicos, que tardaba en comenzar a hablar: “Es lento, por supuesto, porque los japoneses tienen problemas para hablar inglés.” Conozco caucásicos que se maravillan de que un caucásico pueda aprender un idioma asiático, a pesar de estar familiarizados con canadienses de segunda generación de origen asiático cuya lengua materna es el inglés. ¿Cuántas veces he escuchado a los chinos decir que es imposible aprender inglés porque la cultura china es tan diferente a la inglesa? Esta clase de preconcepto cultural es tan sólo otro obstáculo para el correcto aprendizaje de un idioma y debe ser dejado de lado. Estoy convencido de que cualquiera, proveniente a cualquier cultura o ámbito y de cualquier edad puede aprender cualquier idioma si se lo propone.

Un occidental que visita o vive en Japón, que sólo come “carne y papas” y no disfruta el sushi, seguramente, no aprenderá japonés. De la misma manera, los japoneses que sólo viajan al exterior en grupos y comen comida que les es familiar, difícilmente puedan aprender un idioma extranjero, sin importar el tiempo que empleen para lograrlo. Aprender un idioma es como viajar: ambas actividades son una aventura. No tiene sentido viajar al exterior y actuar como si uno estuviera en su casa.

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Quizá, el más característico aspecto del japonés es el uso de diferentes palabras y estructuras de oraciones para diferentes situaciones sociales. Ningún idioma de los que he aprendido tiene tal diferencia de vocabulario y estructuras según se le habla informalmente a un amigo, a un subordinado o muy formalmente a una persona “mayor”. Solamente la palabra “yo” tiene al menos tres formas de uso común: watakushi, boku y ore, y lo mismo sucede con “tú” y los otros pronombres.

Para dominar estas distinciones, uno debe involucrarse frecuentemente en situaciones sociales que requieran usarlas correctamente. La simple explicación de la lógica de estos esquemas lingüísticos no le permitirán dominarlos. Hay que volverse un poco japonés en mentalidad para poder cambiar del lenguaje amable al casual según el escenario social. Esto requiere una gran exposición ya sea en situaciones de la vida real o escuchando material auditivo apropiado. También es necesario que usted acepte la cultura.

Hasta que logré dominar los distintos niveles de amabilidad, simplemente hablé japonés neutral. De hecho, hasta cierto punto, aún lo hago. Al hablar un idioma extranjero, lo importante es tratar de no ser ni muy coloquial ni muy formal. Normalmente no se espera eso de un extranjero. El dominio absoluto de los niveles de amabilidad tampoco es necesario para comunicarse. Entender completamente las sutilezas de las palabras y frases amables requiere un nivel avanzado de sensibilidad cultural que no se puede forzar, sino que se desarrolla naturalmente con el tiempo.

Aparentemente, las estructuras de las oraciones del japonés, tienen su origen en el norte de Asia y por lo tanto son similares a las del coreano. Gran parte del vocabulario original está, según algunos expertos, vagamente relacionado con las lenguas de la Polinesia y vienen del pueblo jomón, que se estableció en Japón hace 20.000 años. Eran cazadores recolectores que vivieron en Japón antes de las distintas olas de inmigrantes del norte de Asia, llamados pueblos yayoi. Trajeron con ellos la cultura del arroz alrededor del año 300 aC. Por cierto, el pueblo jomón pudo haber sido el primero

en el mundo en desarrollar la alfarería, hace más de 10.000 años.

El sistema de escritura chino fue introducido en Japón hace más de 1.500 años junto con muchas palabras, la tecnología china y la religión budista. Las magníficas estructuras de madera encontradas en Nara y Kioto incluyen los más grandes y antiguos edificios de madera del mundo. Las técnicas usadas en la construcción son las mejores preservadas y los ejemplos más sobresalientes de la tecnología china de construcción en madera, que datan de la civilización original del río Amarillo.

En tiempos recientes, el idioma japonés ha aceptado muchas palabras extranjeras prestadas, especialmente del inglés. El japonés es una rica amalgama de muchas influencias. Conocer los caracteres chinos ayuda a los extranjeros a aprender japonés, y la estructura gramatical japonesa es similar a la coreana. Por lo tanto, sus vecinos asiáticos tienen ventajas para aprender japonés. Sin embargo, la actitud del estudiante es un factor más importante que la proximidad geográfica o genética. He conocido muchos extranjeros de otras partes del mundo que tienen una actitud positiva y se han destacado hablando japonés.

Mientras que yo hablaba japonés de manera fluida, mi esposa que parece asiática, no sabía hablarlo muy bien. A menudo manteníamos conversaciones triangulares con japoneses en lugares públicos. Yo hablaba japonés y la persona japonesa le contestaba a mi esposa. Los japoneses no podían aceptar el hecho de que la cara occidental fuera la que hablara japonés y no la asiática.

Siguiendo la misma línea, años más tarde en Canadá, una mujer japonesa mayor hizo la siguiente observación sobre un niño, hijo de padres japoneses y caucásicos, que tardaba en comenzar a hablar: “Es lento, por supuesto, porque los japoneses tienen problemas para hablar inglés.”

Conozco caucásicos que se maravillan de que un caucásico pueda aprender un idioma asiático, a pesar de estar familiarizados con canadienses de segunda generación de origen asiático cuya lengua materna es el inglés. ¿Cuántas veces he escuchado a los chinos decir que es imposible aprender inglés porque la cultura china es tan diferente a la inglesa? Esta clase de preconcepto cultural es tan sólo otro obstáculo para el correcto aprendizaje de un idioma y debe ser dejado de lado. Estoy convencido de que cualquiera, proveniente a cualquier cultura o ámbito y de cualquier edad puede aprender cualquier idioma si se lo propone.

Un occidental que visita o vive en Japón, que sólo come “carne y papas” y no disfruta el sushi, seguramente, no aprenderá japonés. De la misma manera, los japoneses que sólo viajan al exterior en grupos y comen comida que les es familiar, difícilmente puedan aprender un idioma extranjero, sin importar el tiempo que empleen para lograrlo. Aprender un idioma es como viajar: ambas actividades son una aventura. No tiene

sentido viajar al exterior y actuar como si uno estuviera en su casa.