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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 12. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. España en la Década del ‘60

Debido a mi interés por la historia y la aventura, España, con su mezcla de pueblos y culturas, me resultó tan fascinante como Francia. Vascos, celtas, ibéricos, griegos, romanos, visigodos, árabes, bereberes, judíos y gitanos (originalmente de la India), todos han contribuido con su influencia genética, cultural y lingüística.

En la actualidad, a menudo olvidamos que la cultura árabe cosmopolita del sur de España, El Ándalus, fue el gran maestro de la Europa medieval. Cuando los cristianos del norte de España recuperaron el sur musulmán, los hombres de letras de todos los países de Europa se congregaron en Toledo y otros centros para traducir documentos árabes sobre ciencia y filosofía. Los árabes habían surgido del desierto para conquistar las tierras desde la India hasta España. De esta manera, estuvieron en contacto con el conocimiento de la India, Persia, Babilonia, Egipto y Grecia, que incorporaron a su cultura. Tuvieron también un importante contacto mercantil con la China Tang y el conocimiento chino sobre la ciencia y la tecnología. Muchas áreas de estudio occidentales, entre ellas, la ciencia, la matemática, la medicina, la música, y la arquitectura fueron fuertemente estimuladas por el contacto con la avanzada civilización árabe. Cuando visité los elegantes edificios y jardines de Andalucía, traté de imaginar a El Ándalus en la cima de su apogeo.

En los tiempos modernos, España ha experimentado un milagro económico y un boom en la construcción que la han convertido en un lugar muy diferente del país que visité en la década del 60, pero la vieja España que conocí la primera vez tenía un encanto intacto que disfruté a pleno.

Un 7 de julio, visité la ciudad de Pamplona durante la Fiesta de San Fermín. Toda la ciudad estaba envuelta en una fiesta de tres días donde se bebía, se comía y se respiraba convivialidad. Pude practicar mi español en cada pequeño bar y restaurante donde iba. Todo era muy tranquilo a pesar de la bebida y el jolgorio. Me dejé llevar por los festejos y decidí no arriesgar mi vida en la corrida de toros. Además, implicaba levantarse muy temprano.

Especialmente en el sur, España es un país de impresiones fuertes. El intenso sol realza el contraste entre la luz y la sombra, los tonos oscuros de los árboles y las flores, el brillo de las casas blancas y el pálido anaranjado de la tierra seca. Como me dijeron en aquellos días, “El sol es lo que nos ayuda a soportar a Franco”. En todas partes de España, la gente era digna y amigable. Mi habilidad para comunicarme en español me permitió entrar en cada bodega y bar de tapas, hacer amigos y explorar la cultura a través del idioma.

Debido a mi interés por la historia y la aventura, España, con su mezcla de pueblos y culturas, me resultó tan fascinante como Francia. Vascos, celtas, ibéricos, griegos, romanos, visigodos, árabes, bereberes, judíos y gitanos (originalmente de la India), todos han contribuido con su influencia genética, cultural y lingüística.

En la actualidad, a menudo olvidamos que la cultura árabe cosmopolita del sur de España, El Ándalus, fue el gran maestro de la Europa medieval. Cuando los cristianos del norte de España recuperaron el sur musulmán, los hombres de letras de todos los países de Europa se congregaron en Toledo y otros centros para traducir documentos árabes sobre ciencia y filosofía. Los árabes habían surgido del desierto para conquistar las tierras desde la India hasta España. De esta manera, estuvieron en contacto con el conocimiento de la India, Persia, Babilonia, Egipto y Grecia, que incorporaron a su cultura. Tuvieron también un importante contacto mercantil con la China Tang y el conocimiento chino sobre la ciencia y la tecnología. Muchas áreas de estudio occidentales, entre ellas, la ciencia, la matemática, la medicina, la música, y la arquitectura fueron fuertemente estimuladas por el contacto con la avanzada civilización árabe. Cuando visité los elegantes edificios y jardines de Andalucía, traté de imaginar a El Ándalus en la cima de su apogeo.

En los tiempos modernos, España ha experimentado un milagro económico y un boom en la construcción que la han convertido en un lugar muy diferente del país que visité en la década del 60, pero la vieja España que conocí la primera vez tenía un encanto intacto que disfruté a pleno.

Un 7 de julio, visité la ciudad de Pamplona durante la Fiesta de San Fermín. Toda la ciudad estaba envuelta en una fiesta de tres días donde se bebía, se comía y se respiraba convivialidad. Pude practicar mi español en cada pequeño bar y restaurante donde iba. Todo era muy tranquilo a pesar de la bebida y el jolgorio. Me dejé llevar por los festejos y decidí no arriesgar mi vida en la corrida de toros. Además, implicaba levantarse muy temprano.

Especialmente en el sur, España es un país de impresiones fuertes. El intenso sol realza el contraste entre la luz y la sombra, los tonos oscuros de los árboles y las flores, el brillo de las casas blancas y el pálido anaranjado de la tierra seca. Como me dijeron en aquellos días, “El sol es lo que nos ayuda a soportar a Franco”. En todas partes de España, la gente era digna y amigable. Mi habilidad para comunicarme en español me permitió entrar en cada bodega y bar de tapas, hacer amigos y explorar la cultura a través del idioma.