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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 15. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Descubriendo la Cultura Asiática. Creando una Oportunidad, Ottawa 1967

Aquel que dependa de sí mismo logrará la mayor felicidad – Yi Jing Cuando ingresé al Servicio Diplomático Canadiense no sabía que terminaría inmerso en las culturas de China y Japón. Mi aventura lingüística pronto me confrontaría con el desafío de aprender idiomas que me parecían extraños y distantes. Para lograr fluidez en estos idiomas se requería compromiso, intensidad y buenas técnicas de aprendizaje. Pero no hubiera podido tener éxito sin un fuerte interés por la gente y la cultura y sin la confianza de que lograría hablar estos idiomas con fluidez.

En el año 1967, en Ottawa, capital de Canadá, comencé mi primer trabajo de tiempo completo como Consejero Comercial Asistente. La mayor parte de nuestro grupo de jóvenes y entusiastas Consejeros Comerciales en periodo de capacitación imaginaba servir a su país en destinos interesantes en el exterior. Sin embargo, un tercio de los puestos de Consejeros Comerciales están en Estados Unidos. Todos querían evitar destinos como Cleveland o Buffalo.

Cuando el Servicio Comercial anunció que iba a destinar un consejero a Hong Kong para aprender chino para el futuro establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, decidí que era mi oportunidad para evitar el destino a Buffalo.

Comencé a estudiar chino con un anciano chino en Ottawa. Si bien no aprendía mucho tomando una clase por semana, le hice saber al Director de Personal y a otros superiores sobre mis clases de chino. Dada la oportunidad, ¿por qué no elegir a alguien que ya estaba comprometido aprendiendo chino? Hong Kong no era mi primera elección como destino; de hecho, estaba más interesado en ir a Río de Janeiro, Roma o Madrid. Pero aun así, Hong Kong sonaba exótico.

Cuando finalmente me asignaron a Hong Kong me sentí muy complacido. Obviamente, fui elegido porque ya estaba comprometido con el aprendizaje del idioma. El compromiso reporta beneficios de muchas maneras. Con respecto a la elección de Hong Kong, en aquellos días China estaba en plena revolución cultural y Taiwan no era un destino políticamente adecuado para un futuro representante canadiense de la República Popular China. En cambio, Hong Kong y su comunidad de emigrantes que hablaba mandarín era el lugar más apropiado para aprender chino.

Recuerdo que un buen amigo cuestionó mi decisión de aceptar el cargo. “¿Y si no puedes aprender chino?”, me preguntó. Pero luego de mi experiencia para dominar el francés, no tenía dudas de que podía dominar el chino también. La razón por la cual los lingüistas pueden dominar varios idiomas es que su confianza se ha incrementando. El aprendizaje de idiomas se va desmitificando. Además, a medida que se aprenden más idiomas, más se desarrolla la habilidad para manejar las nuevas formas de decir las cosas. Algo similar sucede con los deportes: una persona que ha desarrollado la aptitud física para un deporte, puede aprender otros con más facilidad.

En Ottawa, mi amable profesor de chino me había aconsejado no fiarme del encanto de las atractivas muchachas de Hong Kong pero no tomé en cuenta su consejo. Terminé conociendo a mi esposa, Carmen, en Hong Kong y después de más de treinta años continuamos felizmente casados, con dos hijos y cinco nietos. Pero no lo sabía mientras me dirigía por primera vez hacia el exótico lejano oriente.

Aquel que dependa de sí mismo logrará la mayor felicidad

– Yi Jing

Cuando ingresé al Servicio Diplomático Canadiense no sabía que terminaría inmerso en las culturas de China y Japón. Mi aventura lingüística pronto me confrontaría con el desafío de aprender idiomas que me parecían extraños y distantes. Para lograr fluidez en estos idiomas se requería compromiso, intensidad y buenas técnicas de aprendizaje. Pero no hubiera podido tener éxito sin un fuerte interés por la gente y la cultura y sin la confianza de que lograría hablar estos idiomas con fluidez.

En el año 1967, en Ottawa, capital de Canadá, comencé mi primer trabajo de tiempo completo como Consejero Comercial Asistente. La mayor parte de nuestro grupo de jóvenes y entusiastas Consejeros Comerciales en periodo de capacitación imaginaba servir a su país en destinos interesantes en el exterior. Sin embargo, un tercio de los puestos de Consejeros Comerciales están en Estados Unidos. Todos querían evitar destinos como Cleveland o Buffalo.

Cuando el Servicio Comercial anunció que iba a destinar un consejero a Hong Kong para aprender chino para el futuro establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, decidí que era mi oportunidad para evitar el destino a Buffalo.

Comencé a estudiar chino con un anciano chino en Ottawa. Si bien no aprendía mucho tomando una clase por semana, le hice saber al Director de Personal y a otros superiores sobre mis

clases de chino. Dada la oportunidad, ¿por qué no elegir a alguien que ya estaba comprometido aprendiendo chino? Hong Kong no era mi primera elección como destino; de hecho, estaba más interesado en ir a Río de Janeiro, Roma o Madrid. Pero aun así, Hong Kong sonaba exótico.

Cuando finalmente me asignaron a Hong Kong me sentí muy complacido. Obviamente, fui elegido porque ya estaba comprometido con el aprendizaje del idioma. El compromiso reporta beneficios de muchas maneras. Con respecto a la elección de Hong Kong, en aquellos días China estaba en plena revolución cultural y Taiwan no era un destino políticamente adecuado para un futuro representante canadiense de la República Popular China. En cambio, Hong Kong y su comunidad de emigrantes que hablaba mandarín era el lugar más apropiado para aprender chino.

Recuerdo que un buen amigo cuestionó mi decisión de aceptar el cargo. “¿Y si no puedes aprender chino?”, me preguntó. Pero luego de mi experiencia para dominar el francés, no tenía dudas de que podía dominar el chino también. La razón por la cual los lingüistas pueden dominar varios idiomas es que su confianza se ha incrementando. El aprendizaje de idiomas se va desmitificando. Además, a medida que se aprenden más idiomas, más se desarrolla la habilidad para manejar las nuevas formas de decir las cosas. Algo similar sucede con los deportes: una persona que ha desarrollado la aptitud física para un deporte, puede aprender otros con más facilidad.

En Ottawa, mi amable profesor de chino me había aconsejado no fiarme del encanto de las atractivas muchachas de Hong Kong pero no tomé en cuenta su consejo. Terminé conociendo a mi esposa, Carmen, en Hong Kong y después de

más de treinta años continuamos felizmente casados, con dos hijos y cinco nietos. Pero no lo sabía mientras me dirigía por primera vez hacia el exótico lejano oriente.