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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 6. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Dos Soledades en Montreal

La vida de una persona de habla inglesa en Montreal, criada en la parte oeste de la ciudad, en la década del cincuenta no era muy diferente de la de los norteamericanos de habla inglesa en cualquier otra parte del continente. Para mostrar su compromiso con nuestro nuevo hogar, mis padres decidieron que sólo hablarían inglés con mi hermano y conmigo. Fui a una escuela inglesa, sólo tenía amigos ingleses, escuchaba radio y miraba televisión en inglés. Como resultado, cuando en 1962 cumplí diecisiete años, yo era monolingüe.

Por supuesto estudiábamos francés en la escuela. Aprobé todos los cursos con buenas calificaciones, pero no podía usar el francés en el mundo real. En aquellos días, la mayor parte del millón de personas de habla inglesa de Montreal no estaba interesada en comunicarse en francés con sus dos millones de conciudadanos de habla francesa. El inglés era el idioma de los negocios y la lengua predominante del continente norteamericano. Y yo no era la excepción de esta actitud generalizada. Casi no notábamos la gran ciudad de habla francesa que nos rodeaba. Todo esto puede parecer raro hoy, pero en aquellos días era muy apropiado hablar de “dos soledades” en Montreal.

Debo señalar que la realidad de Montreal ha cambiado en los últimos 40 años. Las personas de habla inglesa de Montreal se encuentran ahora entre la mayoría de las personas bilingües de Canadá. El francés ha cobrado importancia y sentido debido a los cambios políticos ocurridos en la provincia de Quebec. Como resultado, Montreal es una ciudad vibrante con una atmósfera única.

He aquí un punto importante. Obviamente, para un estudiante de idiomas, vivir en un ambiente donde se habla la segunda lengua es una gran ventaja. Sin embargo, esto no garantiza la adquisición del idioma. Usted deberá mostrar una actitud positiva hacia el idioma y la cultura que intenta aprender. Es imposible aprender a comunicarse en otro idioma en una clase donde el objetivo es aprobar un examen. Sólo el verdadero deseo de comunicarse con otra cultura puede garantizar el éxito del aprendizaje.

A los diecisiete años, ingresé a la Universidad McGill. Una de las materias era Civilización Francesa. Fue como un despertar. Me fascinó la materia y muy pronto me interesé por la literatura y el teatro de Francia. Luego llegó el interés por los cantantes franceses, la comida, y el universo de la cultura francesa. Sin darme cuenta estaba en contacto con gente real y el idioma real. Nuestro profesor era francés y no una persona de habla inglesa enseñando francés como en la secundaria. Los textos que leíamos eran libros reales y no libros de textos en francés especialmente escritos para los estudiantes.

Quizá por ser algo nuevo para mí, la cultura francesa me parecía más libre y espontánea que la cultura inglesa de norteamérica en la que crecí. Era un mundo nuevo y exótico. De pronto, quise aprender francés. Iba al teatro francés, hacía amigos de habla francesa, y comencé a leer el periódico francés y a escuchar la radio francesa. Tomé conciencia de los temas que preocupaban a mis conciudadanos de habla francesa, y asistiendo a reuniones y debates mis aptitudes para el idioma francés se fueron desarrollando de manera natural. También logré comprender las aspiraciones y las quejas de los habitantes de habla francesa de Quebec.

Los casi seis millones de habitantes de habla francesa de Quebec, descendientes de unos diez mil colonizadores franceses del siglo XVII se han convertido en una sociedad conservadora e introspectiva para protegerse de la creciente influencia de la Norteamérica de habla inglesa. El idioma francés y la religión católica eran los pilares de su identidad.

Sus actitudes conservadoras hacia la educación y la sociedad moderna los habían puesto en desventaja para competir con los canadienses de habla inglesa, aún en la propia provincia de Quebec. Por supuesto, la minoría de habla inglesa de Quebec estaba feliz de poder sacar provecho de esta debilidad para dominar todas las áreas de la actividad económica. A pesar de controlar la política, los de habla francesa eran ciudadanos de segunda clase en su propio hogar.

Una gran debilidad era el bajo estatus de la lengua francesa. En el año 1960, un creciente movimiento nacionalista basado en los derechos de la lengua francesa y un programa constructivo de secularización, modernización y activismo político produjo un cambio significativo en la provincia. La mayor parte de estos cambios fueron positivos, aun cuando hubo ejemplos de excesos en la defensa del idioma francés. La sociedad de habla francesa de Canadá, y en particular la de Quebec, poseen sus propias características específicas. Los esfuerzos por preservar su identidad cultural están justificados. Mientras la naturaleza de esa sociedad continúa evolucionando, nuevos inmigrantes se integran a esta comunidad de habla francesa y traen con ellos nuevas influencias, al igual que otros inmigrantes continúan integrándose y redefiniendo al Canadá ingles.

El francés fue el primer idioma que comencé a estudiar seriamente. No estaba seguro de qué tanta fluidez podría lograr. No puedo decir que estaba seguro de lograr hablarlo casi como un nativo. Esa confianza llegaría más tarde. Luego, cuando comencé a aprender otros idiomas, siempre tuve la confianza de que podía adquirir la fluidez que deseara. Una vez que haya dominado un nuevo idioma, tendrá la confianza necesaria para dominar otros idiomas. Se gana confianza a medida que se aprende.

Logré la fluidez en el francés cuando abandoné el enfoque tradicional de perfeccionar mi gramática. La perfección ya no importaba, sólo la comunicación era lo importante. Ya disfrutaba del aprendizaje de idiomas. Leía lo que me gustaba aun cuando no entendía todo. Hablaba con la gente que me interesaba, y me esforzaba por entender y que me entendieran. Mi mayor interés era conectarme con la cultura. También comencé a apreciar el sonido y la estructura del nuevo idioma. Cuando usted cambia la actitud de resistencia a lo extraño de una lengua por una actitud de apreciación de sus giros y expresiones únicas, está en camino a convertirse en lingüista.

La vida de una persona de habla inglesa en Montreal, criada en la parte oeste de la ciudad, en la década del cincuenta no era muy diferente de la de los norteamericanos de habla inglesa en cualquier otra parte del continente. Para mostrar su compromiso con nuestro nuevo hogar, mis padres decidieron que sólo hablarían inglés con mi hermano y conmigo. Fui a una escuela inglesa, sólo tenía amigos ingleses, escuchaba radio y miraba televisión en inglés. Como resultado, cuando en 1962 cumplí diecisiete años, yo era monolingüe.

Por supuesto estudiábamos francés en la escuela. Aprobé todos los cursos con buenas calificaciones, pero no podía usar el francés en el mundo real. En aquellos días, la mayor parte del millón de personas de habla inglesa de Montreal no estaba interesada en comunicarse en francés con sus dos millones de conciudadanos de habla francesa. El inglés era el idioma de los negocios y la lengua predominante del continente norteamericano. Y yo no era la excepción de esta actitud generalizada. Casi no notábamos la gran ciudad de habla francesa que nos rodeaba. Todo esto puede parecer raro hoy, pero en aquellos días era muy apropiado hablar de “dos soledades” en Montreal.

Debo señalar que la realidad de Montreal ha cambiado en los últimos 40 años. Las personas de habla inglesa de Montreal se encuentran ahora entre la mayoría de las personas bilingües de Canadá. El francés ha cobrado importancia y sentido debido a los cambios políticos ocurridos en la provincia de Quebec. Como resultado, Montreal es una ciudad vibrante con una atmósfera única.

He aquí un punto importante. Obviamente, para un estudiante de idiomas, vivir en un ambiente donde se habla la segunda lengua es una gran ventaja. Sin embargo, esto no garantiza la adquisición del idioma. Usted deberá mostrar una actitud positiva hacia el idioma y la cultura que intenta aprender. Es imposible aprender a comunicarse en otro idioma en una clase donde el objetivo es aprobar un examen. Sólo el verdadero deseo de comunicarse con otra cultura puede garantizar el éxito del aprendizaje.

A los diecisiete años, ingresé a la Universidad McGill. Una de las materias era Civilización Francesa. Fue como un despertar. Me fascinó la materia y muy pronto me interesé por la literatura y el teatro de Francia. Luego llegó el interés por los cantantes franceses, la comida, y el universo de la cultura francesa. Sin darme cuenta estaba en contacto con gente real y el idioma real. Nuestro profesor era francés y no una persona de habla inglesa enseñando francés como en la secundaria. Los textos que leíamos eran libros reales y no libros de textos en francés especialmente escritos para los estudiantes.

Quizá por ser algo nuevo para mí, la cultura francesa me parecía más libre y espontánea que la cultura inglesa de norteamérica en la que crecí. Era un mundo nuevo y exótico. De pronto, quise aprender francés. Iba al teatro francés, hacía amigos de habla francesa, y comencé a leer el periódico francés y a escuchar la radio francesa. Tomé conciencia de los temas que preocupaban a mis conciudadanos de habla francesa, y asistiendo a reuniones y debates mis aptitudes para el idioma francés se fueron desarrollando de manera natural. También logré comprender las aspiraciones y las quejas de los habitantes de habla francesa de Quebec.

Los casi seis millones de habitantes de habla francesa de Quebec, descendientes de unos diez mil colonizadores franceses del siglo XVII se han convertido en una sociedad conservadora e introspectiva para protegerse de la creciente influencia de la Norteamérica de habla inglesa. El idioma francés y la religión católica eran los pilares de su identidad.

Sus actitudes conservadoras hacia la educación y la sociedad moderna los habían puesto en desventaja para competir con los canadienses de habla inglesa, aún en la propia provincia de Quebec. Por supuesto, la minoría de habla inglesa de Quebec estaba feliz de poder sacar provecho de esta debilidad para dominar todas las áreas de la actividad económica. A pesar de controlar la política, los de habla francesa eran ciudadanos de segunda clase en su propio hogar.

Una gran debilidad era el bajo estatus de la lengua francesa. En el año 1960, un creciente movimiento nacionalista basado en los derechos de la lengua francesa y un programa constructivo de secularización, modernización y activismo político produjo un cambio significativo en la provincia. La mayor parte de estos cambios fueron positivos, aun cuando hubo ejemplos de excesos en la defensa del idioma francés. La sociedad de habla francesa de Canadá, y en particular la de Quebec, poseen sus propias características específicas. Los esfuerzos por preservar su identidad cultural están justificados. Mientras la naturaleza de esa sociedad continúa evolucionando, nuevos inmigrantes se integran a esta comunidad de habla francesa y traen con ellos nuevas influencias, al igual que otros inmigrantes continúan integrándose y redefiniendo al Canadá ingles.

El francés fue el primer idioma que comencé a estudiar seriamente. No estaba seguro de qué tanta fluidez podría lograr. No puedo decir que estaba seguro de lograr hablarlo casi como un nativo. Esa confianza llegaría más tarde. Luego, cuando comencé a aprender otros idiomas, siempre tuve la confianza de que podía adquirir la fluidez que deseara. Una vez que haya dominado un nuevo idioma, tendrá la confianza necesaria para dominar otros idiomas. Se gana confianza a medida que se aprende.

Logré la fluidez en el francés cuando abandoné el enfoque tradicional de perfeccionar mi gramática. La perfección ya no importaba, sólo la comunicación era lo importante. Ya disfrutaba del aprendizaje de idiomas. Leía lo que me gustaba aun cuando no entendía todo. Hablaba con la gente que me interesaba, y me esforzaba por entender y que me entendieran. Mi mayor interés era conectarme con la cultura. También comencé a apreciar el sonido y la estructura del nuevo idioma. Cuando usted cambia la actitud de resistencia a lo extraño de una lengua por una actitud de apreciación de sus giros y expresiones únicas, está en camino a convertirse en lingüista.