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Cuentos, Mala gente (Pere Calders)

En el buzón nos encontramos toda clase de papeles. Un día me encontré una carta que decía: “Si eres hombre, ven mañana a las nueve de la noche a la calle Colón, número 28, primero segunda”. Habían escrito la carta en letra de imprenta, pero no se entendía el nombre de la persona que la había firmado.

Al principio pensé que la había escrito un memo o que era una broma estúpida. Pero después me fui sintiendo importante: no todo el mundo recibe una carta misteriosa. Quizás era de alguien que se había enamorado de mí. La quiosquera de la esquina me miraba mucho últimamente. Además, tardaba más de la cuenta en darme el cambio y se notaba que tenía ganas de hablar conmigo... También llegué a pensar que no sería hombre si no me atrevía a ir.... No sabía qué hacer.

Más de doce veces llegué a la conclusión de que era mejor no ir, pero al final fui. A las nueve en punto llamé al primero segunda del número 28 de la calle Colón. Y la verdad es que no tuve tiempo de nada: alguien se me echo encima y me dejó sin conocimiento a puñetazos.

En el hospital, cuando me desperté, me di cuenta de que me habían robado el reloj y la cartera.

-¿Qué me ha pasado doctor? – pregunté al médico que me atendió.

-Si mire, es un nuevo sistema. Hacen que la gente acuda a pisos en los que no hay nadie, y cuando llaman a la puerta, les dan una paliza y les roban todo lo que llevan encima. Ya ha pasado otras veces.

Os lo explico para que estos hechos no se repitan. Ahora resulta que los delincuente ya no esperan a la gente de noche en una esquina o en el portal de casa. Se han vuelto cómodos, ahora nos hacen ir a nosotros a su casa.

En el buzón nos encontramos toda clase de papeles. Un día me encontré una carta que decía: “Si eres hombre, ven mañana a las nueve de la noche a la calle Colón, número 28, primero segunda”. Habían escrito la carta en letra de imprenta, pero no se entendía el nombre de la persona que la había firmado.

Al principio pensé que la había escrito un memo o que era una broma estúpida. Pero después me fui sintiendo importante: no todo el mundo recibe una carta misteriosa. Quizás era de alguien que se había enamorado de mí. La quiosquera de la esquina me miraba mucho últimamente. Además, tardaba más de la cuenta en darme el cambio y se notaba que tenía ganas de hablar conmigo... También llegué a pensar que no sería hombre si no me atrevía a ir.... No sabía qué hacer.

Más de doce veces llegué a la conclusión de que era mejor no ir, pero al final fui. A las nueve en punto llamé al primero segunda del número 28 de la calle Colón. Y la verdad es que no tuve tiempo de nada: alguien se me echo encima y me dejó sin conocimiento a puñetazos.

En el hospital, cuando me desperté, me di cuenta de que me habían robado el reloj y la cartera.

-¿Qué me ha pasado doctor? – pregunté al médico que me atendió.

-Si mire, es un nuevo sistema. Hacen que la gente acuda a pisos en los que no hay nadie, y cuando llaman a la puerta, les dan una paliza y les roban todo lo que llevan encima. Ya ha pasado otras veces.

 

Os lo explico para que estos hechos no se repitan. Ahora resulta que los delincuente ya no esperan a la gente de noche en una esquina o en el portal de casa. Se han vuelto cómodos, ahora nos hacen ir a nosotros a su casa.