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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 22. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Estableciendo Metas Lingüísticas, Tokio 1971

En el año 1971, cuando fui asignado a la embajada canadiense en Tokio, no sabía que esperar. Pero estaba decidido a fluidez en el japonés como le había prometido a mis superiores. Mi experiencia de aprendizaje con el idioma chino había mejorado mi confianza y mis métodos de aprendizaje de idiomas. Cuando me mudé a Japón, me llevé estos métodos conmigo. Me comprometí a aprender japonés por mi cuenta y en seis meses. Haría cualquier sacrificio para lograr un adelanto importante en este periodo. Si lo lograba, podría vivir en japonés, contrario a la mayoría de los occidentales que vivían en inglés.

Cuando mi esposa y yo nos mudamos a Japón, teníamos un hijo y otro en camino. Mi trabajo en la embajada era mayormente en inglés. Por lo tanto, debía hacer un gran esfuerzo para rodearme de un entorno japonés del cual pudiera aprender. Más aún, en Japón no podía darme el lujo de estudiar el idioma a tiempo completo y a expensas de mi empleador, como había sido el caso de Hong Kong, o en la escuela, como el francés. Debía hacerlo por mi cuenta mientras trabajaba tiempo completo.

Como la mayoría de los extranjeros vivía cómodamente trabajando y viviendo en inglés, sabía que debía forzarme a mí mismo a vivir y trabajar en japonés tan pronto como me fuera posible para evitar caer en la cómoda rutina de “arreglárselas” en inglés.

Había logrado un contacto inicial con el japonés, mientras todavía estaba en Hong Kong, a través de unos amigos miembros del consulado japonés que estaban estudiando chino. Un representante Gaimusho (de Asuntos Exteriores) era el Sr. Koichi Kato, quien posteriormente se convirtió en un líder político del partido Demócrata Liberal. Pero mi primer contacto con el japonés en Hong Kong fue sólo un anticipo para interesarme.

Mis primeros seis meses en Japón conformaron el periodo de estudio concentrado, mi periodo de éxito o fracaso. Debía conseguir mi propio material de estudio y continuar desarrollando mis propios métodos de aprendizaje de idiomas. Confié en las librerías para encontrar los contenidos que necesitaba. Este contenido no era tan bueno como el contenido disponible para estudiar chino, y por cierto estaba lejos de ser como el material disponible en Internet para estudiar cualquier idioma en la actualidad.

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En el año 1971, cuando fui asignado a la embajada canadiense en Tokio, no sabía que esperar. Pero estaba decidido a fluidez en el japonés como le había prometido a mis superiores. Mi experiencia de aprendizaje con el idioma chino había mejorado mi confianza y mis métodos de aprendizaje de idiomas. Cuando me mudé a Japón, me llevé estos métodos conmigo. Me comprometí a aprender japonés por mi cuenta y en seis meses. Haría cualquier sacrificio para lograr un adelanto importante en este periodo. Si lo lograba, podría vivir en japonés, contrario a la mayoría de los occidentales que vivían en inglés.

Cuando mi esposa y yo nos mudamos a Japón, teníamos un hijo y otro en camino. Mi trabajo en la embajada era mayormente en inglés. Por lo tanto, debía hacer un gran esfuerzo para rodearme de un entorno japonés del cual pudiera aprender. Más aún, en Japón no podía darme el lujo de estudiar el idioma a tiempo completo y a expensas de mi empleador, como había sido el caso de Hong Kong, o en la escuela, como el francés. Debía hacerlo por mi cuenta mientras trabajaba tiempo completo.

Como la mayoría de los extranjeros vivía cómodamente trabajando y viviendo en inglés, sabía que debía forzarme a mí mismo a vivir y trabajar en japonés tan pronto como me fuera posible para evitar caer en la cómoda rutina de “arreglárselas” en inglés.

Había logrado un contacto inicial con el japonés, mientras todavía estaba en Hong Kong, a través de unos amigos miembros del consulado japonés que estaban estudiando chino. Un representante Gaimusho (de Asuntos Exteriores) era el Sr. Koichi Kato, quien posteriormente se convirtió en un líder político del partido Demócrata Liberal. Pero mi primer contacto con el japonés en Hong Kong fue sólo un anticipo para interesarme.

Mis primeros seis meses en Japón conformaron el periodo de estudio concentrado, mi periodo de éxito o fracaso. Debía conseguir mi propio material de estudio y continuar desarrollando mis propios métodos de aprendizaje de idiomas. Confié en las librerías para encontrar los contenidos que necesitaba. Este contenido no era tan bueno como el contenido disponible para estudiar chino, y por cierto estaba lejos de ser como el material disponible en Internet para estudiar cualquier idioma en la actualidad.