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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 44. LA ACTITUD DEL LINGÜISTA. Las Semejanzas Fundamentales de los Seres Humanos

Con el descubrimiento del ADN, ahora comprendemos lo que los taoístas sabían intuitivamente: todo es uno. Los seres humanos son notablemente uniformes y tienen un origen común. De manera brillante, Richard Dawkins explica en River Out of Eden (El Río del Edén), que nuestros genes nos han sido transmitidos por nuestros ancestros, quienes sobrevivieron lo suficiente como para tener hijos. Muchas de nuestras características, como el tipo de sangre y la propensión a ciertas enfermedades, rebasan la línea de diferencias más superficiales como el color de piel o la forma del cuerpo. Si bien en la actualidad podemos vernos distintos unos de otros, cada persona viva tiene un antecesor masculino que vivió hace 50.000 años. Citando nuevamente a Spencer Wells en La Travesía del Hombre, Una Odisea Genética, “los rasgos físicos que distinguen a los grupos geográficos humanos modernos sólo aparecen en los registros fósiles de los últimos 30.000 años. La mayoría de los fósiles más antiguos de africanos, asiáticos y europeos son muy similares entre sí”.

Nuestros genes son tan comunes que pueden cohabitar con los genes de otros seres humanos de cualquier nación o raza para crear miembros de una generación futura. Las diferencias genéticas entre los individuos son mayores que las diferencias genéticas entre los “grupos étnicos”. Y cualquiera de nosotros puede hablar cualquier idioma. He oído que existen personas que han pagado para operarse la lengua y poder así pronunciar mejor un idioma extranjero. Si esto es verdad o no, no lo sé, pero el hecho de que se cuente una historia como ésta

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Con el descubrimiento del ADN, ahora comprendemos lo que los taoístas sabían intuitivamente: todo es uno. Los seres humanos son notablemente uniformes y tienen un origen común. De manera brillante, Richard Dawkins explica en River Out of Eden (El Río del Edén), que nuestros genes nos han sido transmitidos por nuestros ancestros, quienes sobrevivieron lo suficiente como para tener hijos. Muchas de nuestras características, como el tipo de sangre y la propensión a ciertas enfermedades, rebasan la línea de diferencias más superficiales como el color de piel o la forma del cuerpo. Si bien en la actualidad podemos vernos distintos unos de otros, cada persona viva tiene un antecesor masculino que vivió hace 50.000 años. Citando nuevamente a Spencer Wells en La Travesía del Hombre, Una Odisea Genética, “los rasgos físicos que distinguen a los grupos geográficos humanos modernos sólo aparecen en los registros fósiles de los últimos 30.000 años. La mayoría de los fósiles más antiguos de africanos, asiáticos y europeos son muy similares entre sí”.


Nuestros genes son tan comunes que pueden cohabitar con los genes de otros seres humanos de cualquier nación o raza para crear miembros de una generación futura. Las diferencias genéticas entre los individuos son mayores que las diferencias genéticas entre los “grupos étnicos”. Y cualquiera de nosotros puede hablar cualquier idioma.
He oído que existen personas que han pagado para operarse la lengua y poder así pronunciar mejor un idioma extranjero. Si esto es verdad o no, no lo sé, pero el hecho de que se cuente una historia como ésta