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Historias de nuestra Historia (España), Barón Rojo

Barón Rojo

Abril de 1917, lo que se consideró el Abril sangriento para los pilotos británicos. Un joven piloto de veinte años, de apenas veinte años, dijo esto, lo dejó escrito antes de salir en una misión que sería la última para él: “es un honor servir como piloto a mi país, es un honor para mí. Considero que la consecuencia de mi vida es sólo la muerte, sólo pido morir de forma digna y en momento heroico.” Fue su última misión, Abril de 1917, en el cielo, el duelo de las águilas, en el cielo, los últimos torneos, los últimos caballeros se batían con sus grandes *, sus grandes aparatos de caja. Esta noche, es homenaje para aquellos pilotos, para aquellos héroes, para aquellos, que en momento decisivos, supieron entregar su vida a cambio de prácticamente nada. Es la Primera Guerra Mundial, es la historia del Barón Rojo, Manfred von Richthofen.

El hombre siempre ha soñado con volar, pero acto seguido, siempre ha pensado en cómo poder utilizar la facultad del vuelo, siempre, tras la peripecia inicial, llegaba el… la posible utilidad, y siempre se pensaba en la guerra. A finales de los… del siglo XVIII, los hermanos Montgolfier elevaban sus globos, poco después, Napoleón Bonaparte pensó en utilizar estos globos para la invasión del Reino Unido, la invasión de Gran Bretaña, afortunadamente no lo consiguió, ni tampoco lo pudo utilizar, pero durante todo el siglo XIX, el hombre pensó en ingenios voladores. Finalmente, en el año 1903, en el territorio de Carolina del Norte, los hermanos Wright ponían alas a la historia, nacía la aviación.

Dos países pujan por el dudoso honor de haber utilizado el arma aérea por primera vez. Hombre, los historiadores rigurosos aseguran que fueron los italianos en su conflicto contra los turcos en Libia en 1911 cuando se bombardeó por primera vez, cuando se utilizó un avión por primera vez en la guerra. Pero también, los españoles aquí tenemos algo que decir, en ese mismo año, en 1911, se asegura que los españoles utilizaron aviones en su lucha contra los marroquíes. Así que, España e Italia tienen ese… difícil o dudoso privilegio, el haber utilizado aviones por primera vez en guerra, en Libia o en Marruecos, ¿qué más da?

Llegaba la Primera Guerra Mundial, esa gran guerra que iba a acabar con todas las guerras. Lamentablemente no fue así. Un conflicto sangriento, donde acabaron sus días más de nueve millones de personas. Nueve millones y medio de personas murieron en la Primera Guerra Mundial; ocho y medio de ellas eran soldados, el resto civiles, el ochenta y cinco por ciento fue militar, ochenta y cinco por ciento de las bajas, y tan sólo un cinco por ciento civil. Esas cifras se cambiarían en la Segunda Guerra Mundial, pero mientras tanto, la primera está considerada como la última gran guerra romántica, donde se empleó todavía de forma masiva la caballería, donde se utilizó a buen ritmo la infantería, donde los motores hacían acto de presencia en los campos de batalla europeos, ahí estaban los primeros tanques, y por supuesto, los primeros aviones de combate.

En aquel verano de 1914, aquel estudiante radical serbio, Gabino *, iniciaba con su pistola la Primera Guerra Mundial, de un disparo se inició, y con un gran estruendo terminó en Noviembre de 1918. Muchos millones de muertos en el conflicto. Todavía los intereses imperiales andaban en juego. Alemania, un país recién constituido, apenas tenía cuarenta años de existencia, la decadencia del imperio astro-húngaro, los turcos, siempre *, el imperio ruso estaba ya en pleno desbarajuste, los franceses e ingleses, aliados para la ocasión, todos dispuestos para la guerra. Y la aviación, que se iba a convertir en uno de los factores fundamentales. Bien es cierto, que los orígenes del conflicto, la región sólo se utilizó, pues casi, casi como medio testimonio, aviones de exploración. Cuando comenzaba la guerra en 1914, Alemania, Francia y Reino Unido, apenas podían reunir trescientos aparatos entre todos ellos; cien los alemanes, ciento cuarenta los franceses, y otros ciento y algo los británicos. Conformaban escuadrones de reconocimientos, y entonces, las comunicaciones empezaban a ser fluidas, la radio comenzaba a ser fluida, los pilotos incursionaban en las líneas enemigas e informaban a sus posiciones artilleras. Eran las primeras operaciones de aquellos aviadores. Muchos nombres pasaron a la historia, porque sí que es cierto, que los pilotos eran considerados héroes a la altura de los grandes generales. Cada nación tuvo lo suyo. En Alemania, estuvo Max Immelmann, que creó auténticas maniobras de vuelo, grandes revoluciones en el aire; pero también estaba Boelcke, también estaba Hermann Göring, y los hermanos Manfred y Lothar von Richthofen.

Su preparación era superior a la de los aliados, bastante superior, su determinación heroica, los pilotos alemanes recibieron mejor instrucción, se prepararon mucho mejor para el combate, eso no quita para que los aliados tuvieran grandes ases, porque así se les llamaba, ases de la aviación. Es el caso del francés Roland Garros, ahora su nombre lleva la marca, el sello de una gran competición tenística, pero fue un as de la aviación francesa, Roland Garros. *, un gran piloto británico muerto prematuramente. Los norteamericanos también podrían los suyos, el caso de Mitchell, de Willy Mitchell, o de Raoul Lufberry, que cuando murió fue enterrado en honor de multitudes, fue enterrado como un gran héroe. Eran los caballeros de aquel conflicto, aquellos a los que no le importaba cualificar y saludar al enemigo que les acababa de abatir. Aquellos que se ofrecían gustosos ante la muerte.

También los primeros nombres de aquellos aparatos pasaron a la historia, los primeros AEG, los exploradores alemanes que tan... tanta y, y tan decisiva fue su… su actuación en Tannemburg por ejemplo, en los lagos de Tannemburg frente a los rusos. Allí estaban los DH4 británicos, los Albatros alemanes y los Fokker, aquel ingeniero holandés Anthony Fokker, que revolucionó el mundo de la aviación combinando perfectamente el rotar de las hélices con el disparar de las ametralladoras, grandes aviadores, grandes héroes, pero esta noche en nuestro pasaje de la historia, nos vamos a centrar en la vida, obra y milagros de un jovencito llamado Manfred Von Richthofen.

2 de Mayo de 1892 en Breslau, en la Prusia Oriental, lo que hoy es Polonia, hijo de una familia de alta raigambre militar, Manfred iba a ser militar como su padre y con tan sólo 20 años en 1912, ya era Teniente de Caballería porque fue su primera arma, él primero sirvió como... como jinete, la caballería era su arma favorita, cuando estalló el conflicto, el joven teniente de apenas veintidós años, fue destinado al frente oriental y luchó contra los rusos, allí estuvo en Tannemburg y en otras acciones militares, pero después pasó al frente occidental, le estaban esperando en Plan de las Trincheras, pidió su pase al Servicio de Infantería, pero la... la Infantería no era el mejor lugar para la carrera brillante de un oficial como él quería ser, de la alta escuela prusiana, las trincheras eran tremendamente mortales, masacradoras y aburridas, era difícil prosperar, la vida de un sub... suboficial… eh... de Infantería era efímera, era * que un suboficial de Infantería vivía muy pocas semanas y menos estando en las trincheras.

Este ranking lo ocupó con todos los honores el piloto de aviación, el piloto de caza, era el militar que menos posibilidades tenía de salir con vida del conflicto y eso lo sabían, pero también sabían que los pilotos gozaban de gloria, gozaban de honor, gozaban de la estima del pueblo, por eso muchísimos jóvenes, cientos de jóvenes se apuntaban a la nueva arma y así la Armada Imperial, la Armada de Aviación Imperial recibía muchísimas peticiones de oficiales de infantería y Caballería que querían… eh... saber, que querían saborear las mieles del triunfo, "vive y vuela rápido, muere de prisa" eso se decía entre ellos. Por fin, en 1915 el arma área empieza a tener, empieza a adquirir la importancia que… que tuvo en 1915, los franceses bombardean por primera vez un complejo industrial alemán, los alemanes responden bombardeando con cuatro bombitas París, provocando ya la primera baja civil.

Poco a poco los ataques, los bombardeos se fueron incrementando, los aviones se empezaron a convertir en imprescindibles, aquellos exploradores AEG, dieron paso a otros modelos más sofisticados que ya alcanzaban los 145 kilómetros por hora, la perfección alcanzada por los pilotos alemanes era absoluta, era los dominadores, los dueños absolutos del aire, frente a ellos, frente a la eficacia de sus ametralladoras poco podían hacer los franceses o los británicos.

Los duelos se fueron generalizando en todo el frente, las grandes ofensivas iban precedidas por duelos en el aire, duelos de esos auténticos caballeros, en el siglo XIII se medían en esos torneos, en el siglo XX se medían al lomo de sus aviones.

Manfred Von Richthofen empezó… empezó a aprender, en 1915 pasa a la escuela de adiestramiento, se convierte en un sólido aprendiz, en un futuro gran piloto, eso es lo que cuentan sus profesores, tenía mirada asesina, mirada penetrante, mirada de águila, era rubio de ojos azules pero… eh... bien pudiera pasar por británico, tenía porte y distinción como lo decía en su linaje, estaba ávido de victorias, quería saborear esas mieles del triunfo, realizaba maniobras impensables, quería poner siempre al cien por cien su avión, quería ponerse al cien por cien él mismo, siempre se retaba a sí mismo, siempre buscaba un punto más que los demás, destacó sobre éstos y en Septiembre de 1916 recibió su bautismo de fuego, Manfred empezó a consolidar una leyenda que ya no la abandonaría jamás.

Fueron veinte meses intensos, veinte meses frenéticos, veinte meses tan sólo para la historia de un héroe, la historia del Barón Rojo.

Como os decía antes… eh... la vida del piloto era exigua, efímera, tenía muy pocas semanas de vida asignadas, y no precisamente porque murieran en combate, no, la gran mayoría de los pilotos en la Primera Guerra Mundial, morían víctimas del stress, el stress del combate, los pilotos… eh... llevaban sus aparatos hasta el límite, hasta el límite de lo permitido entonces, y muchos de ellos se mareaban, a lo mejor víctimas por la... la compresión, víctimas por… eh... por ese stress, por… por ese agotamiento, porque las misiones eran interminables, las misiones podían durar hasta seis horas, seis horas donde tenías que maniobrar con tu aparato, un aparato todavía… todavía… eh... pues… eh... muy precario tenían que maniobrar, salvar la vida, hacer el reconocimiento, informar a sus superiores, muchas veces elevaban los aviones sin saber porqué y caían en picada para estrellarse contra el suelo estrepitosamente y acabar allí sus días.

Quizás este dato, que en Abril de 1917, con esa fecha empezábamos el relato de esta noche, en Abril de 1917 murieron 350 pilotos británicos, 350, tan sólo 150 fueron muertos en combate, los otros se estrellaron en las líneas enemigas, murieron por el stress, se perdieron en el mar, 350 hombres muertos, el Abril sangriento para la *.

De esos 150 derribos, veintiuno hay que atribuírselos al Barón Rojo, porque Manfred Von Richthofen ya se llamaba así, ya le llamaban así, el Barón Rojo.

Es trasladado y le dan el mando del Jasta Once, del escuadrón once, el escuadrón alemán era superior táctica y numéricamente al británico o al francés, eran catorce aparatos, casi siempre Albatros, aunque más tarde se incorporaron los Fokker, los Fokker triplanos.

Con esos catorce aviones, Manfred Von Richthofen empieza a hacer de las suyas. Lo primero que hace es ordenar que los pinten, que los pinten de varios colores, el celeste, el amarillo, el suyo rojo, quería hacerse notar, quería que el enemigo les viera llegar, se ofrecían así de gustosos, el color púrpura, el color rojo de su aparato provoca que sus hombres empiecen a llamarle el Barón Rojo, el Barón Von Richthofen, las victorias se empiezan a acumular, los enemigos van cayendo, pero es que esta leyenda traspasa fronteras y llega hasta Francia, llega hasta el Reino Unido, todos hablan de él, incluso sus enemigos hablan de él orgullosos.

Su sola presencia en el campo de batalla impone respeto, provoca el pánico, los jóvenes pilotos británicos no saben cómo actuar, muchos ni siquiera son capaces de defenderse ante la presencia del Barón Rojo, sus ojos destellantes, su mirada de ira, sus propios hombres, los propios del Jasta Once empiezan a murmurar, empiezan a comentar que Manfred está algo loco, que su comportamiento es suicida, que busca siempre la muerte, que quiere acabar pronto y rápido, que quiere acabar con todos los enemigos posibles y luego caer él mismo, él asegura a sus hombres que si es derribado y muerto, quiere que le entierren en el mismo sitio donde caiga, que lo entierren con su aparato, con su avión.

Le gustaba mucho el modelo Albatros, con él disfrutaba enormemente, era muy maniobrero, podía hacer jugadas impensables para el enemigo, pero el Fokker triplano empezó a acompañarle. Cuando entró en servicio, no es que fuera un prodigio de la aviación el Fokker triplano, pero desde luego era muy carismático. De apenas 6 metros de largo, el Fokker eh... ofrecía muchas posibilidades, sobre todo remontando el vuelo. Ahí dicen que era casi imbatible, lo que pasa es que perdía esa superioridad cuando mantenía fijo un rumbo, allí era más fácil, era presa más fácil, a su Fokker le llamó "Lola". El Barón Rojo y su Lola, su Fokker. La leyenda inundó todos los campos de batalla, todos pujaban por enfrentarse al Barón Rojo, por ser los primeros, por llegar y derribarle, pero muy pocos podían optar a esa situación. Desgraciadamente el seis de Julio de 1917, tras haber abatido sesenta aparatos enemigos, fue herido, herido en la cabeza por un disparo, una esquirla.

Mal herido con esa... metralla, con esa herida logra hacer aterrizar su avión, rápidamente sus hombres le sacan del avión y le llevan a la enfermería, le llevan al hospital, le operan a toda prisa. ¿Qué pasará con el Barón Rojo? ¿Qué pasará con el mito, con la leyenda, hasta entonces invicto? ¿No podrá volar más? Nada más lejos de eso, el Barón Rojo aunque… eh... sabe que sus superiores le quieren retirar del frente, quieren tener un héroe vivo para poder contar cosas al pueblo alemán, para poder enfervorizar al pueblo alemán, el Barón Rojo se entera de eso y pide reingresar en su Jasta Once.

Sus hombres le reciben con vítores, sus hombres quedan muy estimulados al ver llegar la figura de su líder, la figura del comandante Von Richthofen, todo volverá a ser lo mismo, el Circo Volante – porque así se llamaba el escuadrón Jasta Once, por sus colores, por su vistosidad – el Circo Volante vuelve a remontar el vuelo. El Barón Rojo está a su frente.

Y se suceden las victorias, su hermano Lothar que le ha conseguido quince victorias, ingresa en el Jasta Once, los dos hermanos son de parecidas… eh... circunstancias y características, los dos están algo alocados, los dos tienen un comportamiento suicida. Todos siguen comentando que estos hermanos buscan sin duda alguna su encuentro con la muerte.

Las ofensivas aliadas mientras tanto se sucedían en el territorio de Flandes, a los pilotos alemanes cada vez se les exigía más y más, los New Port franceses se comportaban bien, los DH4 británicos no lo hacían peor, poco a poco el número de los aviones aliados iba superando al de los alemanes.

Los dirigibles, los zeppelines alemanes empiezan a bombardear Londres, se producen también bajas civiles en uno de esos bombardeos en Mayo de 1916 mueren doscientos civiles ingleses, doscientos civiles londinenses.

La guerra aérea se está convirtiendo en devastadora.

Cada vez más feroz, más cruel, nos acercamos a la fecha fatídica, estamos en el año final de la Primera Guerra Mundial, año 1918, la herida de Manfred Von Richthofen no se había cerrado, tenía dos centímetros de hendidura, dos centímetros que sangraban constantemente, aún así, el Barón Rojo seguía combatiendo, con su cabeza vendada seguía elevando su Fokker triplano y seguía combatiendo a los británicos, consiguiendo veinte victorias más, ya llevaba ochenta, ochenta victorias, ni uno solo de los pilotos de la Primera Guerra Mundial pudo alcanzar esta cifra.

Abril de 1918, es el veintiuno, es Domingo, son las primeras horas del día, el Jasta Once tiene una misión, será la número cincuenta y ocho para Manfred Von Richthofen, cincuenta y ocho misiones, algo impensable para un piloto de época, cincuenta y ocho misiones agotadoras, ochenta victorias, pero Manfred quería más. Herido en la cabeza, Manfred busca la ochenta y uno, busca su presa número ochenta y uno. Son las primeras horas de ese veintiuno, de ese domingo, en el Somme, en el río Somme, lugar de la celebérrima batalla, se va a encontrar la última misión del Barón Rojo. El Jasta Once tiene sus órdenes, tiene que bordear las riberas del Somme y tiene que informar a la retaguardia alemana sobre los movimientos artilleros de los australianos recién llegados a la zona.

Manfred entrega las órdenes a sus hombres, todos han preparado cuidadosamente sus aviones sin saber todavía que era la última misión para su líder, arrancan los motores y enfilan sus morros hacia el pie de pista, despegan los catorce aviones, es la última misión del Barón Rojo.

A los pocos minutos, sobrevuelan la zona, nada hace pensar que el peligro se acerca hacia ellos y ese peligro llega en nombre de Sopwith Camel, el modelo de avión tripulado por los pilotos canadienses. Recién aparecidos en escena, se encontraban bajo el mando de Roy Brown, el capitán Roy Brown, con él, un joven capitán, el capitán May. Roy Brown tenía mucha estima a este joven oficial. Le dijo: "si nos encontramos con los alemanes intenta abatir alguno pero rápidamente vuelve a la base, no quisiera perder un hombre tan valioso como tú.” May estaba aterrorizado, May sabía que tarde o temprano iba a llegar su fin, pero que no quería que fuera así, que no quería que fuera tan pronto. Los aviones canadienses, los Sopwith Camel llegan a la zona del Somme, y de repente, entre la bruma ven aparecer los aviones alemanes. Es el Circo Volante de Manfred Von Richthofen, es el Barón Rojo, están ante él. May está aterrorizado, tiene la... la carne de gallina. Roy Brown con los ojos desorbitados ordena el ataque, se van a enfrentar al Jasta Once, al mítico Jasta Once del Barón Rojo, rápidamente los canadienses accionan sus ametralladoras y derriban algunos aviones alemanes.

El Barón Rojo contempla la escena. Ha visto caer uno de sus hombres y ha comprobado que el avión Sopwith Camel, que ha derribado a uno de sus hombres es el del capitán May, del novato capitán May.

Manfred encienda la mirada, la dirige hacia el avión del capitán May, ha elegido a su presa número ochenta y uno. Se dirige hacia él. Nada le perturba, nada le impide llegar hasta el Sopwith Camel.

El capitán May, sobrecogido porque había sido el elegido por el Barón Rojo, no da crédito a lo que está ocurriendo, no da crédito a lo que está viendo, es incapaz de accionar el gatillo de sus ametralladoras, cuando lo intenta comprueba que se han encasquillado, que no tiene opción, espera, espera la muerte, sabe que va a ser abatido por el Barón Rojo. En eso, el capitán Roy Brown había contemplado a su vez toda la... toda la escena, todo el movimiento, y como os decía el Fokker triplano del Barón Rojo había mantenido el rumbo demasiado tiempo, Roy Brown ha conseguido ponerse a su cola, ya ha enfilado sus ametralladoras hacia el avión del Barón Rojo. Le tiene a tiro. Roy Brown está sudando, no da crédito, está a punto de disparar contra el Barón Rojo, contra el mito, contra la leyenda, pero no vacila, rápidamente acciona sus gatillos, acciona sus ametralladoras y esas balas impactan contra el timón de cola del Fokker. El timón de cola salta por los aires. El Barón Rojo en ese momento gira la cabeza. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha pasado? Está iracundo, está frenético, le han dado, le han cazado, no lo puede creer. El mito, el héroe. ¿Qué podrá hacer ahora? Intenta maniobrar, pero el timón de cola no le reacciona, no le funciona. Roy Brown ha conseguido corregir el tiro y lanza una nueva ráfaga de ametralladoras. En esta ocasión salta toda la banda lateral del Fokker, el avión está tocado de muerte.

Manfred Von Richthofen empieza, empieza a intentar bajar el avión, Roy Brown le acompaña en paralelo y en eso aparecen las líneas australianas, y en eso aparece el fuego antiaéreo de los australianos. Comprueban toda la escena, orientan las baterías antiaéreas y disparan contra el Fokker del Barón Rojo. Los impactos dan al avión y provocan que una de las balas llegue al corazón del Barón Rojo. El movimiento puede erguirse, erguirse para morir orgulloso. Allí acabó, ese fue el último minuto. Eran las once menos diez de la mañana del veintiuno de Abril de 1918. El avión se estrelló y allí donde quedó el cuerpo, allí fue enterrado tal y como había sido su petición. Fue la caída del Fokker. Fue la caída del Fokker triplano. La muerte del Barón Rojo.

Dicen que murió imperturbable, serio, enfadado, pero no enfadado por haber caído, sino por haberse dejado abatir de esa manera, por haber mantenido el rumbo tan seguido. Años más tarde algún médico intentaría explicar que... el Barón Rojo murió… eh... antes de ser abatido, que murió víctima de esa herida en la cabeza pero es poco probable porque… eh... si no que... qué justificación tiene si hubiese abatido veinte aviones antes. Roy Brown escribió sus memorias, incluso lamentando haber sido él el causante de la muerte del héroe de la Primera Guerra Mundial. El Jasta Once siguió volando, en esta ocasión su nuevo comandante fue Hermann Göring, aquel que posteriormente sería ministro de Luftwaffe. Göring también era un as de la aviación, había derribado veintiún aviones británicos y franceses. Finalmente la guerra se perdió en Noviembre de 1918. Más de nueve millones de personas habían muerto, de ellas, casi un millón ochocientos mil alemanes, un millón ochocientos mil rusos, un millón trescientos mil franceses, casi un millón de británicos, otros tantos de otras tantas nacionalidades. La locura, la vorágine de la guerra una vez más. Dijeron en Versalles que sería la última de las guerras, que esta guerra acabaría con todas. Desgraciadamente supimos veinte años más tarde que eso no sería así.

Ni siquiera llegó a cumplir los veintiséis años, con tan solo veinticinco años, con ochenta victorias moría Manfred Von Richthofen y como él, otros tantos. A principio de la guerra había 300 aviones operativos, cuando finalizó más de 150,000 aparatos habían intervenido en ella y otros tantos pilotos, casi todos murieron en combate o víctimas del stress o víctimas de los accidentes. El último duelo de los caballeros, el último duelo de los héroes, la vida del Barón Rojo, que dejó libro… dejó un libro escrito, “El Piloto Rojo,” lo escribió en plena convalecencia en ese año de 1917, “El Piloto Rojo.” Y ahí le dejamos con su gesto altanero, con su gesto bravucón, buscando el suicidio, buscando la muerte o como dijo aquel joven piloto británico, buscando una consecuencia para su vida y esa consecuencia no fue otra sino la de morir en un momento digno de una forma heroica. Manfred Von Richthofen, El Barón Rojo.

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Barón Rojo Red Baron

Abril de 1917, lo que se consideró el Abril sangriento para los pilotos británicos. Un joven piloto de veinte años, de apenas veinte años, dijo esto, lo dejó escrito antes de salir en una misión que sería la última para él: “es un honor servir como piloto a mi país, es un honor para mí. Considero que la consecuencia de mi vida es sólo la muerte, sólo pido morir de forma digna y en momento heroico.” Fue su última misión, Abril de 1917, en el cielo, el duelo de las águilas, en el cielo, los últimos torneos, los últimos caballeros se batían con sus grandes ***, sus grandes aparatos de caja. Esta noche, es homenaje para aquellos pilotos, para aquellos héroes, para aquellos, que en momento decisivos, supieron entregar su vida a cambio de prácticamente nada. Es la Primera Guerra Mundial, es la historia del Barón Rojo, Manfred von Richthofen.

El hombre siempre ha soñado con volar, pero acto seguido, siempre ha pensado en cómo poder utilizar la facultad del vuelo, siempre, tras la peripecia inicial, llegaba el… la posible utilidad, y siempre se pensaba en la guerra. A finales de los… del siglo XVIII, los hermanos Montgolfier elevaban sus globos, poco después, Napoleón Bonaparte pensó en utilizar estos globos para la invasión del Reino Unido, la invasión de Gran Bretaña, afortunadamente no lo consiguió, ni tampoco lo pudo utilizar, pero durante todo el siglo XIX, el hombre pensó en ingenios voladores. Finalmente, en el año 1903, en el territorio de Carolina del Norte, los hermanos Wright ponían alas a la historia, nacía la aviación.

Dos países pujan por el dudoso honor de haber utilizado el arma aérea por primera vez. Hombre, los historiadores rigurosos aseguran que fueron los italianos en su conflicto contra los turcos en Libia en 1911 cuando se bombardeó por primera vez, cuando se utilizó un avión por primera vez en la guerra. Pero también, los españoles aquí tenemos algo que decir, en ese mismo año, en 1911, se asegura que los españoles utilizaron aviones en su lucha contra los marroquíes. Así que, España e Italia tienen ese… difícil o dudoso privilegio, el haber utilizado aviones por primera vez en guerra, en Libia o en Marruecos, ¿qué más da?

Llegaba la Primera Guerra Mundial, esa gran guerra que iba a acabar con todas las guerras. Lamentablemente no fue así. Un conflicto sangriento, donde acabaron sus días más de nueve millones de personas. Nueve millones y medio de personas murieron en la Primera Guerra Mundial; ocho y medio de ellas eran soldados, el resto civiles, el ochenta y cinco por ciento fue militar, ochenta y cinco por ciento de las bajas, y tan sólo un cinco por ciento civil. Esas cifras se cambiarían en la Segunda Guerra Mundial, pero mientras tanto, la primera está considerada como la última gran guerra romántica, donde se empleó todavía de forma masiva la caballería, donde se utilizó a buen ritmo la infantería, donde los motores hacían acto de presencia en los campos de batalla europeos, ahí estaban los primeros tanques, y por supuesto, los primeros aviones de combate.

En aquel verano de 1914, aquel estudiante radical serbio, Gabino ***, iniciaba con su pistola la Primera Guerra Mundial, de un disparo se inició, y con un gran estruendo terminó en Noviembre de 1918. Muchos millones de muertos en el conflicto. Todavía los intereses imperiales andaban en juego. Alemania, un país recién constituido, apenas tenía cuarenta años de existencia, la decadencia del imperio astro-húngaro, los turcos, siempre ***, el imperio ruso estaba ya en pleno desbarajuste, los franceses e ingleses, aliados para la ocasión, todos dispuestos para la guerra. Y la aviación, que se iba a convertir en uno de los factores fundamentales. Bien es cierto, que los orígenes del conflicto, la región sólo se utilizó, pues casi, casi como medio testimonio, aviones de exploración. Cuando comenzaba la guerra en 1914, Alemania, Francia y Reino Unido, apenas podían reunir trescientos aparatos entre todos ellos; cien los alemanes, ciento cuarenta los franceses, y otros ciento y algo los británicos. Conformaban escuadrones de reconocimientos, y entonces, las comunicaciones empezaban a ser fluidas, la radio comenzaba a ser fluida, los pilotos incursionaban en las líneas enemigas e informaban a sus posiciones artilleras. Eran las primeras operaciones de aquellos aviadores. Muchos nombres pasaron a la historia, porque sí que es cierto, que los pilotos eran considerados héroes a la altura de los grandes generales. Cada nación tuvo lo suyo. En Alemania, estuvo Max Immelmann, que creó auténticas maniobras de vuelo, grandes revoluciones en el aire; pero también estaba Boelcke, también estaba Hermann Göring, y los hermanos Manfred y Lothar von Richthofen.

Su preparación era superior a la de los aliados, bastante superior, su determinación heroica, los pilotos alemanes recibieron mejor instrucción, se prepararon mucho mejor para el combate, eso no quita para que los aliados tuvieran grandes ases, porque así se les llamaba, ases de la aviación. Es el caso del francés Roland Garros, ahora su nombre lleva la marca, el sello de una gran competición tenística, pero fue un as de la aviación francesa, Roland Garros. ***, un gran piloto británico muerto prematuramente. Los norteamericanos también podrían los suyos, el caso de Mitchell, de Willy Mitchell, o de Raoul Lufberry, que cuando murió fue enterrado en honor de multitudes, fue enterrado como un gran héroe. Eran los caballeros de aquel conflicto, aquellos a los que no le importaba cualificar y saludar al enemigo que les acababa de abatir. Aquellos que se ofrecían gustosos ante la muerte.

También los primeros nombres de aquellos aparatos pasaron a la historia, los primeros AEG, los exploradores alemanes que tan... tanta y, y tan decisiva fue su… su actuación en Tannemburg por ejemplo, en los lagos de Tannemburg frente a los rusos. Allí estaban los DH4 británicos, los Albatros alemanes y los Fokker, aquel ingeniero holandés Anthony Fokker, que revolucionó el mundo de la aviación combinando perfectamente el rotar de las hélices con el disparar de las ametralladoras, grandes aviadores, grandes héroes, pero esta noche en nuestro pasaje de la historia, nos vamos a centrar en la vida, obra y milagros de un jovencito llamado Manfred Von Richthofen.

2 de Mayo de 1892 en Breslau, en la Prusia Oriental, lo que hoy es Polonia, hijo de una familia de alta raigambre militar, Manfred iba a ser militar como su padre y con tan sólo 20 años en 1912, ya era Teniente de Caballería porque fue su primera arma, él primero sirvió como... como jinete, la caballería era su arma favorita, cuando estalló el conflicto, el joven teniente de apenas veintidós años, fue destinado al frente oriental y luchó contra los rusos, allí estuvo en Tannemburg y en otras acciones militares, pero después pasó al frente occidental, le estaban esperando en Plan de las Trincheras, pidió su pase al Servicio de Infantería, pero la... la Infantería no era el mejor lugar para la carrera brillante de un oficial como él quería ser, de la alta escuela prusiana, las trincheras eran tremendamente mortales, masacradoras y aburridas, era difícil prosperar, la vida de un sub... suboficial… eh... de Infantería era efímera, era *** que un suboficial de Infantería vivía muy pocas semanas y menos estando en las trincheras.

Este ranking lo ocupó con todos los honores el piloto de aviación, el piloto de caza, era el militar que menos posibilidades tenía de salir con vida del conflicto y eso lo sabían, pero también sabían que los pilotos gozaban de gloria, gozaban de honor, gozaban de la estima del pueblo, por eso muchísimos jóvenes, cientos de jóvenes se apuntaban a la nueva arma y así la Armada Imperial, la Armada de Aviación Imperial recibía muchísimas peticiones de oficiales de infantería y Caballería que querían… eh... saber, que querían saborear las mieles del triunfo, "vive y vuela rápido, muere de prisa" eso se decía entre ellos. Por fin, en 1915 el arma área empieza a tener, empieza a adquirir la importancia que… que tuvo en 1915, los franceses bombardean por primera vez un complejo industrial alemán, los alemanes responden bombardeando con cuatro bombitas París, provocando ya la primera baja civil.

Poco a poco los ataques, los bombardeos se fueron incrementando, los aviones se empezaron a convertir en imprescindibles, aquellos exploradores AEG, dieron paso a otros modelos más sofisticados que ya alcanzaban los 145 kilómetros por hora, la perfección alcanzada por los pilotos alemanes era absoluta, era los dominadores, los dueños absolutos del aire, frente a ellos, frente a la eficacia de sus ametralladoras poco podían hacer los franceses o los británicos.

Los duelos se fueron generalizando en todo el frente, las grandes ofensivas iban precedidas por duelos en el aire, duelos de esos auténticos caballeros, en el siglo XIII se medían en esos torneos, en el siglo XX se medían al lomo de sus aviones.

Manfred Von Richthofen empezó… empezó a aprender, en 1915 pasa a la escuela de adiestramiento, se convierte en un sólido aprendiz, en un futuro gran piloto, eso es lo que cuentan sus profesores, tenía mirada asesina, mirada penetrante, mirada de águila, era rubio de ojos azules pero… eh... bien pudiera pasar por británico, tenía porte y distinción como lo decía en su linaje, estaba ávido de victorias, quería saborear esas mieles del triunfo, realizaba maniobras impensables, quería poner siempre al cien por cien su avión, quería ponerse al cien por cien él mismo, siempre se retaba a sí mismo, siempre buscaba un punto más que los demás, destacó sobre éstos y en Septiembre de 1916 recibió su bautismo de fuego, Manfred empezó a consolidar una leyenda que ya no la abandonaría jamás.

Fueron veinte meses intensos, veinte meses frenéticos, veinte meses tan sólo para la historia de un héroe, la historia del Barón Rojo.

Como os decía antes… eh... la vida del piloto era exigua, efímera, tenía muy pocas semanas de vida asignadas, y no precisamente porque murieran en combate, no, la gran mayoría de los pilotos en la Primera Guerra Mundial, morían víctimas del stress, el stress del combate, los pilotos… eh... llevaban sus aparatos hasta el límite, hasta el límite de lo permitido entonces, y muchos de ellos se mareaban, a lo mejor víctimas por la... la compresión, víctimas por… eh... por ese stress, por… por ese agotamiento, porque las misiones eran interminables, las misiones podían durar hasta seis horas, seis horas donde tenías que maniobrar con tu aparato, un aparato todavía… todavía… eh... pues… eh... muy precario tenían que maniobrar, salvar la vida, hacer el reconocimiento, informar a sus superiores, muchas veces elevaban los aviones sin saber porqué y caían en picada para estrellarse contra el suelo estrepitosamente y acabar allí sus días.

Quizás este dato, que en Abril de 1917, con esa fecha empezábamos el relato de esta noche, en Abril de 1917 murieron 350 pilotos británicos, 350, tan sólo 150 fueron muertos en combate, los otros se estrellaron en las líneas enemigas, murieron por el stress, se perdieron en el mar, 350 hombres muertos, el Abril sangriento para la ***.

De esos 150 derribos, veintiuno hay que atribuírselos al Barón Rojo, porque Manfred Von Richthofen ya se llamaba así, ya le llamaban así, el Barón Rojo.

Es trasladado y le dan el mando del Jasta Once, del escuadrón once, el escuadrón alemán era superior táctica y numéricamente al británico o al francés, eran catorce aparatos, casi siempre Albatros, aunque más tarde se incorporaron los Fokker, los Fokker triplanos.

Con esos catorce aviones, Manfred Von Richthofen empieza a hacer de las suyas. Lo primero que hace es ordenar que los pinten, que los pinten de varios colores, el celeste, el amarillo, el suyo rojo, quería hacerse notar, quería que el enemigo les viera llegar, se ofrecían así de gustosos, el color púrpura, el color rojo de su aparato provoca que sus hombres empiecen a llamarle el Barón Rojo, el Barón Von Richthofen, las victorias se empiezan a acumular, los enemigos van cayendo, pero es que esta leyenda traspasa fronteras y llega hasta Francia, llega hasta el Reino Unido, todos hablan de él, incluso sus enemigos hablan de él orgullosos.

Su sola presencia en el campo de batalla impone respeto, provoca el pánico, los jóvenes pilotos británicos no saben cómo actuar, muchos ni siquiera son capaces de defenderse ante la presencia del Barón Rojo, sus ojos destellantes, su mirada de ira, sus propios hombres, los propios del Jasta Once empiezan a murmurar, empiezan a comentar que Manfred está algo loco, que su comportamiento es suicida, que busca siempre la muerte, que quiere acabar pronto y rápido, que quiere acabar con todos los enemigos posibles y luego caer él mismo, él asegura a sus hombres que si es derribado y muerto, quiere que le entierren en el mismo sitio donde caiga, que lo entierren con su aparato, con su avión.

Le gustaba mucho el modelo Albatros, con él disfrutaba enormemente, era muy maniobrero, podía hacer jugadas impensables para el enemigo, pero el Fokker triplano empezó a acompañarle. Cuando entró en servicio, no es que fuera un prodigio de la aviación el Fokker triplano, pero desde luego era muy carismático. De apenas 6 metros de largo, el Fokker eh... ofrecía muchas posibilidades, sobre todo remontando el vuelo. Ahí dicen que era casi imbatible, lo que pasa es que perdía esa superioridad cuando mantenía fijo un rumbo, allí era más fácil, era presa más fácil, a su Fokker le llamó "Lola". El Barón Rojo y su Lola, su Fokker. La leyenda inundó todos los campos de batalla, todos pujaban por enfrentarse al Barón Rojo, por ser los primeros, por llegar y derribarle, pero muy pocos podían optar a esa situación. Desgraciadamente el seis de Julio de 1917, tras haber abatido sesenta aparatos enemigos, fue herido, herido en la cabeza por un disparo, una esquirla.

Mal herido con esa... metralla, con esa herida logra hacer aterrizar su avión, rápidamente sus hombres le sacan del avión y le llevan a la enfermería, le llevan al hospital, le operan a toda prisa. ¿Qué pasará con el Barón Rojo? ¿Qué pasará con el mito, con la leyenda, hasta entonces invicto? ¿No podrá volar más? Nada más lejos de eso, el Barón Rojo aunque… eh... sabe que sus superiores le quieren retirar del frente, quieren tener un héroe vivo para poder contar cosas al pueblo alemán, para poder enfervorizar al pueblo alemán, el Barón Rojo se entera de eso y pide reingresar en su Jasta Once.

Sus hombres le reciben con vítores, sus hombres quedan muy estimulados al ver llegar la figura de su líder, la figura del comandante Von Richthofen, todo volverá a ser lo mismo, el Circo Volante – porque así se llamaba el escuadrón Jasta Once, por sus colores, por su vistosidad – el Circo Volante vuelve a remontar el vuelo. El Barón Rojo está a su frente.

Y se suceden las victorias, su hermano Lothar que le ha conseguido quince victorias, ingresa en el Jasta Once, los dos hermanos son de parecidas… eh... circunstancias y características, los dos están algo alocados, los dos tienen un comportamiento suicida. Todos siguen comentando que estos hermanos buscan sin duda alguna su encuentro con la muerte.

Las ofensivas aliadas mientras tanto se sucedían en el territorio de Flandes, a los pilotos alemanes cada vez se les exigía más y más, los New Port franceses se comportaban bien, los DH4 británicos no lo hacían peor, poco a poco el número de los aviones aliados iba superando al de los alemanes.

Los dirigibles, los zeppelines alemanes empiezan a bombardear Londres, se producen también bajas civiles en uno de esos bombardeos en Mayo de 1916 mueren doscientos civiles ingleses, doscientos civiles londinenses.

La guerra aérea se está convirtiendo en devastadora.

Cada vez más feroz, más cruel, nos acercamos a la fecha fatídica, estamos en el año final de la Primera Guerra Mundial, año 1918, la herida de Manfred Von Richthofen no se había cerrado, tenía dos centímetros de hendidura, dos centímetros que sangraban constantemente, aún así, el Barón Rojo seguía combatiendo, con su cabeza vendada seguía elevando su Fokker triplano y seguía combatiendo a los británicos, consiguiendo veinte victorias más, ya llevaba ochenta, ochenta victorias, ni uno solo de los pilotos de la Primera Guerra Mundial pudo alcanzar esta cifra.

Abril de 1918, es el veintiuno, es Domingo, son las primeras horas del día, el Jasta Once tiene una misión, será la número cincuenta y ocho para Manfred Von Richthofen, cincuenta y ocho misiones, algo impensable para un piloto de época, cincuenta y ocho misiones agotadoras, ochenta victorias, pero Manfred quería más. Herido en la cabeza, Manfred busca la ochenta y uno, busca su presa número ochenta y uno. Son las primeras horas de ese veintiuno, de ese domingo, en el Somme, en el río Somme, lugar de la celebérrima batalla, se va a encontrar la última misión del Barón Rojo. El Jasta Once tiene sus órdenes, tiene que bordear las riberas del Somme y tiene que informar a la retaguardia alemana sobre los movimientos artilleros de los australianos recién llegados a la zona.

Manfred entrega las órdenes a sus hombres, todos han preparado cuidadosamente sus aviones sin saber todavía que era la última misión para su líder, arrancan los motores y enfilan sus morros hacia el pie de pista, despegan los catorce aviones, es la última misión del Barón Rojo.

A los pocos minutos, sobrevuelan la zona, nada hace pensar que el peligro se acerca hacia ellos y ese peligro llega en nombre de Sopwith Camel, el modelo de avión tripulado por los pilotos canadienses. Recién aparecidos en escena, se encontraban bajo el mando de Roy Brown, el capitán Roy Brown, con él, un joven capitán, el capitán May. Roy Brown tenía mucha estima a este joven oficial. Le dijo: "si nos encontramos con los alemanes intenta abatir alguno pero rápidamente vuelve a la base, no quisiera perder un hombre tan valioso como tú.” May estaba aterrorizado, May sabía que tarde o temprano iba a llegar su fin, pero que no quería que fuera así, que no quería que fuera tan pronto. Los aviones canadienses, los Sopwith Camel llegan a la zona del Somme, y de repente, entre la bruma ven aparecer los aviones alemanes. Es el Circo Volante de Manfred Von Richthofen, es el Barón Rojo, están ante él. May está aterrorizado, tiene la... la carne de gallina. Roy Brown con los ojos desorbitados ordena el ataque, se van a enfrentar al Jasta Once, al mítico Jasta Once del Barón Rojo, rápidamente los canadienses accionan sus ametralladoras y derriban algunos aviones alemanes.

El Barón Rojo contempla la escena. Ha visto caer uno de sus hombres y ha comprobado que el avión Sopwith Camel, que ha derribado a uno de sus hombres es el del capitán May, del novato capitán May.

Manfred encienda la mirada, la dirige hacia el avión del capitán May, ha elegido a su presa número ochenta y uno. Se dirige hacia él. Nada le perturba, nada le impide llegar hasta el Sopwith Camel.

El capitán May, sobrecogido porque había sido el elegido por el Barón Rojo, no da crédito a lo que está ocurriendo, no da crédito a lo que está viendo, es incapaz de accionar el gatillo de sus ametralladoras, cuando lo intenta comprueba que se han encasquillado, que no tiene opción, espera, espera la muerte, sabe que va a ser abatido por el Barón Rojo. En eso, el capitán Roy Brown había contemplado a su vez toda la... toda la escena, todo el movimiento, y como os decía el Fokker triplano del Barón Rojo había mantenido el rumbo demasiado tiempo, Roy Brown ha conseguido ponerse a su cola, ya ha enfilado sus ametralladoras hacia el avión del Barón Rojo. Le tiene a tiro. Roy Brown está sudando, no da crédito, está a punto de disparar contra el Barón Rojo, contra el mito, contra la leyenda, pero no vacila, rápidamente acciona sus gatillos, acciona sus ametralladoras y esas balas impactan contra el timón de cola del Fokker. El timón de cola salta por los aires. El Barón Rojo en ese momento gira la cabeza. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha pasado? Está iracundo, está frenético, le han dado, le han cazado, no lo puede creer. El mito, el héroe. ¿Qué podrá hacer ahora? Intenta maniobrar, pero el timón de cola no le reacciona, no le funciona. Roy Brown ha conseguido corregir el tiro y lanza una nueva ráfaga de ametralladoras. En esta ocasión salta toda la banda lateral del Fokker, el avión está tocado de muerte.

Manfred Von Richthofen empieza, empieza a intentar bajar el avión, Roy Brown le acompaña en paralelo y en eso aparecen las líneas australianas, y en eso aparece el fuego antiaéreo de los australianos. Comprueban toda la escena, orientan las baterías antiaéreas y disparan contra el Fokker del Barón Rojo. Los impactos dan al avión y provocan que una de las balas llegue al corazón del Barón Rojo. El movimiento puede erguirse, erguirse para morir orgulloso. Allí acabó, ese fue el último minuto. Eran las once menos diez de la mañana del veintiuno de Abril de 1918. El avión se estrelló y allí donde quedó el cuerpo, allí fue enterrado tal y como había sido su petición. Fue la caída del Fokker. Fue la caída del Fokker triplano. La muerte del Barón Rojo.

Dicen que murió imperturbable, serio, enfadado, pero no enfadado por haber caído, sino por haberse dejado abatir de esa manera, por haber mantenido el rumbo tan seguido. Años más tarde algún médico intentaría explicar que... el Barón Rojo murió… eh... antes de ser abatido, que murió víctima de esa herida en la cabeza pero es poco probable porque… eh... si no que... qué justificación tiene si hubiese abatido veinte aviones antes. Roy Brown escribió sus memorias, incluso lamentando haber sido él el causante de la muerte del héroe de la Primera Guerra Mundial. El Jasta Once siguió volando, en esta ocasión su nuevo comandante fue Hermann Göring, aquel que posteriormente sería ministro de Luftwaffe. Göring también era un as de la aviación, había derribado veintiún aviones británicos y franceses. Finalmente la guerra se perdió en Noviembre de 1918. Más de nueve millones de personas habían muerto, de ellas, casi un millón ochocientos mil alemanes, un millón ochocientos mil rusos, un millón trescientos mil franceses, casi un millón de británicos, otros tantos de otras tantas nacionalidades. La locura, la vorágine de la guerra una vez más. Dijeron en Versalles que sería la última de las guerras, que esta guerra acabaría con todas. Desgraciadamente supimos veinte años más tarde que eso no sería así.

Ni siquiera llegó a cumplir los veintiséis años, con tan solo veinticinco años, con ochenta victorias moría Manfred Von Richthofen y como él, otros tantos. A principio de la guerra había 300 aviones operativos, cuando finalizó más de 150,000 aparatos habían intervenido en ella y otros tantos pilotos, casi todos murieron en combate o víctimas del stress o víctimas de los accidentes. El último duelo de los caballeros, el último duelo de los héroes, la vida del Barón Rojo, que dejó libro… dejó un libro escrito, “El Piloto Rojo,” lo escribió en plena convalecencia en ese año de 1917, “El Piloto Rojo.” Y ahí le dejamos con su gesto altanero, con su gesto bravucón, buscando el suicidio, buscando la muerte o como dijo aquel joven piloto británico, buscando una consecuencia para su vida y esa consecuencia no fue otra sino la de morir en un momento digno de una forma heroica. Manfred Von Richthofen, El Barón Rojo.