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Curiosidades, Ojos biónicos (slow speed)

Ojos biónicos (slow speed)

La cura de la invidencia pasa por añadir características robóticas al ser humano. Cables conectados a implantes cerebrales, micro-telescopios situados en la retina, gafas con microcámaras incorporadas. Lo que ayer nos parecía utópico hoy nos parece viable y mañana puede que sea un hecho. Señores y señoras, bienvenidos al futuro.

Son muchos los científicos que están volcando todo su esfuerzo en contribuir a la creación de los llamados 'ojos biónicos': implantes de retina o corticales que ayuden a recuperar la visión mediante la estimulación de las áreas afectadas. Cuando uno ve una foto de un paciente con prótesis corticales la reacción inmediata está asegurada. Es impresionante pensar que una persona pueda sobrevivir con un implante en el córtex cerebral y el consiguiente agujero en el cráneo, del que sale el cable conector. Lo impactante de esta creación también conlleva polémica. Son varias las personas que se oponen a este tipo de intervención, ya que la cirugía necesaria puede empeorar la calidad de vida de la persona ciega, que de no ser por la operación gozaría de una buena salud general.

El Instituto Dobelle de Portugal es uno de los creadores de este tipo de dispositivos cerebrales. Su modelo está compuesto, además de por el implante coclear, por un procesador de señales y unas gafas con una microcámara incorporada. La cámara captura la imagen que está en frente del individuo y el procesador la transforma en señales comprensibles por el cerebro.

El precio actual del sistema ronda los 115.000 dólares, lo que limita bastante su aplicación generalizada. No obstante, el modelo sigue en pruebas y de momento, lo máximo que se ha conseguido es que los pacientes vean puntos de luz como consecuencia de la estimulación cerebral. El número de personas que entran a formar parte de los ensayos clínicos es muy limitado, ya no sólo por el precio, sino por los efectos adversos que generan. Según explica Steven Kotler en un artículo publicado por la revista 'Wired', en septiembre de 2002, un paciente sufría espasmos, temblores, náuseas e incluso ataques cuando recibía un exceso de estimulación. Los implantes de retina también resultan sorprendentes, no sólo por su pequeño tamaño y composición interna, sino también por los elementos externos de los que cuenta (gafas con microcámaras, transmisores, procesador de señales, ordenadores...). Su uso está algo más extendido debido a que conllevan menores efectos secundarios en comparación con los implantes corticales, aunque todavía no se comercializan. Están dirigidos a personas que no son ciegas de nacimiento y que poseen, en los ojos, áreas sanas que poder potenciar. La Escuela de Medicina Keck, de la Universidad de California del Sur, junto con el Instituto de Retina Doheny, ha desarrollado uno de estos dispositivos. Está compuesto por una prótesis con 16 electrodos, así como por unas gafas con cámara incorporada y un transmisor situado detrás de la oreja del paciente. Su objetivo, según apuntan los creadores, es conseguir que los pacientes sepan si la luz está apagada o encendida. No pretenden que lleguen a reconocer caras o letras, ya que para eso se necesitarían por lo menos 1000 electrodos.

Un modelo distinto es el producido por Optobionics. La novedad que ofrece este sistema es que no cuenta con una cámara externa. Se basa en un microchip que alberga 5.000 células solares microscópicas. Aunque se ha avanzado mucho en su creación, ésta todavía posee ciertas limitaciones, como la de no ser biocompatible.

Un microtelescopio implantable El modelo de retina más impresionante es el de Visioncare Ophtalmic Technologies. Se trata de un telescopio en miniatura implantable, de un tamaño menor al de un guisante. Compuesto por microlentes, el dispositivo aporta visión central, que es la que tienen dañada los pacientes con disfunción macular, para los que va dirigido el invento. Trabajando simultáneamente con la córnea, el telescopio proyecta imágenes ampliadas sobre un gran campo de la retina. Gracias a esta ampliación, el punto negro, que impide ver a estos enfermos, disminuye. Se implanta en un único ojo para que el otro siga viendo periféricamente, y juntos consigan la visión plena.

Lo positivo del sistema es que, al estar las lentes dentro, la visión es más natural, ya que se aprovechan los movimientos internos del ojo. Con ello se evitan lo mareos, los problemas estéticos y las incomodidades que se dan cuando el dispositivo que capta las imágenes está fuera. Actualmente se ha implantado en 200 pacientes de distintos centros oftalmológicos de EE.UU. De probarse su eficacia, en unos tres años es posible que la FDA (agencia estadounidense encargada del control de alimentos y terapias) apruebe su comercialización.

Aunque todos estos dispositivos son una realidad y muchos de ellos ya se están implantando en seres humanos, todavía no se han comercializado debido, entre otras cosas, a sus limitaciones. Todavía quedan retos por alcanzar, como lograr miniaturizar los implantes lo suficiente; poder aislarlos con un material que no dañe el ojo ni los componentes electrónicos de la prótesis; o que el tipo de cirugía no pueda empeorar las condiciones de un sistema tan sensible como el visual. Por el momento, no tenemos otra opción que esperar y confiar en el trabajo bien hecho. ¿Borraremos algún día la palabra ceguera del diccionario?

Imagen por gentileza de Alexander Boden (http://www.flickr.com/photos/bogenfreund/1808719569/)

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Ojos biónicos (slow speed) Bionic eyes (slow speed)

La cura de la invidencia pasa por añadir características robóticas al ser humano. Cables conectados a implantes cerebrales, micro-telescopios situados en la retina, gafas con microcámaras incorporadas. Lo que ayer nos parecía utópico hoy nos parece viable y mañana puede que sea un hecho. Señores y señoras, bienvenidos al futuro.

Son muchos los científicos que están volcando todo su esfuerzo en contribuir a la creación de los llamados 'ojos biónicos': implantes de retina o corticales que ayuden a recuperar la visión mediante la estimulación de las áreas afectadas. Cuando uno ve una foto de un paciente con prótesis corticales la reacción inmediata está asegurada. Es impresionante pensar que una persona pueda sobrevivir con un implante en el córtex cerebral y el consiguiente agujero en el cráneo, del que sale el cable conector. Lo impactante de esta creación también conlleva polémica. Son varias las personas que se oponen a este tipo de intervención, ya que la cirugía necesaria puede empeorar la calidad de vida de la persona ciega, que de no ser por la operación gozaría de una buena salud general.

El Instituto Dobelle de Portugal es uno de los creadores de este tipo de dispositivos cerebrales. Su modelo está compuesto, además de por el implante coclear, por un procesador de señales y unas gafas con una microcámara incorporada. La cámara captura la imagen que está en frente del individuo y el procesador la transforma en señales comprensibles por el cerebro.

El precio actual del sistema ronda los 115.000 dólares, lo que limita bastante su aplicación generalizada. No obstante, el modelo sigue en pruebas y de momento, lo máximo que se ha conseguido es que los pacientes vean puntos de luz como consecuencia de la estimulación cerebral. El número de personas que entran a formar parte de los ensayos clínicos es muy limitado, ya no sólo por el precio, sino por los efectos adversos que generan. Según explica Steven Kotler en un artículo publicado por la revista 'Wired', en septiembre de 2002, un paciente sufría espasmos, temblores, náuseas e incluso ataques cuando recibía un exceso de estimulación. Los implantes de retina también resultan sorprendentes, no sólo por su pequeño tamaño y composición interna, sino también por los elementos externos de los que cuenta (gafas con microcámaras, transmisores, procesador de señales, ordenadores...). Su uso está algo más extendido debido a que conllevan menores efectos secundarios en comparación con los implantes corticales, aunque todavía no se comercializan. Están dirigidos a personas que no son ciegas de nacimiento y que poseen, en los ojos, áreas sanas que poder potenciar. La Escuela de Medicina Keck, de la Universidad de California del Sur, junto con el Instituto de Retina Doheny, ha desarrollado uno de estos dispositivos. Está compuesto por una prótesis con 16 electrodos, así como por unas gafas con cámara incorporada y un transmisor situado detrás de la oreja del paciente. Su objetivo, según apuntan los creadores, es conseguir que los pacientes sepan si la luz está apagada o encendida. No pretenden que lleguen a reconocer caras o letras, ya que para eso se necesitarían por lo menos 1000 electrodos.

Un modelo distinto es el producido por Optobionics. La novedad que ofrece este sistema es que no cuenta con una cámara externa. Se basa en un microchip que alberga 5.000 células solares microscópicas. Aunque se ha avanzado mucho en su creación, ésta todavía posee ciertas limitaciones, como la de no ser biocompatible.

Un microtelescopio implantable El modelo de retina más impresionante es el de Visioncare Ophtalmic Technologies. Se trata de un telescopio en miniatura implantable, de un tamaño menor al de un guisante. Compuesto por microlentes, el dispositivo aporta visión central, que es la que tienen dañada los pacientes con disfunción macular, para los que va dirigido el invento. Trabajando simultáneamente con la córnea, el telescopio proyecta imágenes ampliadas sobre un gran campo de la retina. Gracias a esta ampliación, el punto negro, que impide ver a estos enfermos, disminuye. Se implanta en un único ojo para que el otro siga viendo periféricamente, y juntos consigan la visión plena.

Lo positivo del sistema es que, al estar las lentes dentro, la visión es más natural, ya que se aprovechan los movimientos internos del ojo. Con ello se evitan lo mareos, los problemas estéticos y las incomodidades que se dan cuando el dispositivo que capta las imágenes está fuera. Actualmente se ha implantado en 200 pacientes de distintos centros oftalmológicos de EE.UU. De probarse su eficacia, en unos tres años es posible que la FDA (agencia estadounidense encargada del control de alimentos y terapias) apruebe su comercialización.

Aunque todos estos dispositivos son una realidad y muchos de ellos ya se están implantando en seres humanos, todavía no se han comercializado debido, entre otras cosas, a sus limitaciones. Todavía quedan retos por alcanzar, como lograr miniaturizar los implantes lo suficiente; poder aislarlos con un material que no dañe el ojo ni los componentes electrónicos de la prótesis; o que el tipo de cirugía no pueda empeorar las condiciones de un sistema tan sensible como el visual. Por el momento, no tenemos otra opción que esperar y confiar en el trabajo bien hecho. ¿Borraremos algún día la palabra ceguera del diccionario?

Imagen por gentileza de Alexander Boden (http://www.flickr.com/photos/bogenfreund/1808719569/)