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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 17. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Lectura e Incremento del Vocabulario

Nuestro segundo libro de lectura era más interesante. Todavía lo recomiendo. Se llamaba Twenty Lectures on Chinese Culture (Veinte Clases sobre la Cultura China). Desarrollado en Yale en el año 1963 como libro de lectura para principiantes, este libro hablaba sobre la historia y la cultura china en un lenguaje simple y directo. Ocasionalmente lo leo para refrescar mi chino. A pesar de que el libro está escrito en un lenguaje sencillo para estudiantes, el tema es real, la historia y la cultura de China.

El material de lectura graduado es inevitable para el principiante, leer material sencillo ayuda a tener confianza y desarrollar la fluidez. Sin embargo, estas lecturas deberían ser sobre temas de interés y no parecerse a las historias para niños. De ser posible, debería haber una selección de títulos para que el estudiante pueda elegir. Pero lo ideal es que todos los estudiantes pasen a contenidos reales lo antes posible.

Durante unos cuatro meses sólo leí contenidos chinos auténticos, la mayoría de ellos eran libros de textos con listas de vocabulario especialmente preparadas. Los temas eran variados: historia, política, literatura. De repente, un fascinante mundo se abrió ante mí en su propio idioma: al principio en los libros, y a medida que mi chino mejoraba, a través de la gente que conocía.

Me zambullí en el estudio del idioma chino. No tenía la ventaja de haber estudiado chino en la escuela durante diez años, como en el caso del francés. Aun así, estaba decidido a aprenderlo en el menor tiempo posible. Me hice cargo de mi aprendizaje.

Tenía mi grabadora encendida desde que me despertaba, ya sea como fondo o como sesión intensiva donde me concentraba en la pronunciación. Trabajé mucho para aprender los caracteres chinos, escribiéndolos y repasándolos a diario. Leía todo lo que podía, y releía el mismo material frecuentemente para mejorar mi habilidad para leer y escribir en chino. Estudié las listas de vocabulario que acompañaban estos textos. Parecía que nunca podría recordar las nuevas palabras pero finalmente se quedaron conmigo.

Hong Kong no es una ciudad en donde se hable mandarín y por ello estaba bastante aislado con mi estudio. No podía simplemente salir y hablar con los comerciantes u otras personas en mandarín. Si bien había algunos programas de radio y televisión en mandarín, sólo entendía algo de lo que se hablaba y luego lo olvidaba. Por otra parte, me di cuenta de que usar la grabadora para escuchar una y otra vez el material que ya había entendido era muy beneficioso para mi aprendizaje. El problema era encontrar suficiente material auditivo con contenidos interesantes para mi nivel de comprensión.

Cuando vivía en Hong Kong, las grabadoras no eran portátiles. Eran los tiempos de las grabadoras de carrete abierto, que eran enormes, pesadas y complicadas. Tenía que sentarme en casa y escuchar. En la actualidad, la tecnología moderna permite encontrar material auditivo de interés, descargarlo y grabarlo para poder llevarlo a todas partes.

Como el chino no cuenta con escritura fonética, tuve que aprender unos tres o cuatro mil caracteres, cada uno de los cuales requiere al menos quince o más trazos. No es necesario mencionar que la adquisición del vocabulario chino es más difícil que la del inglés. Me di cuenta de que el diccionario debe ser el último recurso de un estudiante de idiomas. Buscar palabras en un diccionario convencional es una de las actividades menos efectiva y de mayor pérdida de tiempo en el aprendizaje de idiomas. Muy a menudo se olvida el significado de la palabra al cerrar el diccionario. Usar un diccionario chino es aún más difícil que buscar una palabra de un idioma basado en un alfabeto.

Una de las frustraciones que todos enfrentamos en el aprendizaje de idiomas es la rapidez con la que olvidamos las palabras recién aprendidas. Parece que todo debe ser aprendido una y otra vez. En el chino, este problema es aún mayor por la dificultad para aprender los caracteres. Tuve que encontrar una manera de acelerar el aprendizaje de los caracteres.

Desarrollé técnicas para trabajar con el nuevo vocabulario que me permitían reforzar el aprendizaje y la retención del mismo. Un sistema estaba basado en la forma en que aprenden los caracteres los niños chinos. Compré libros de ejercicios que estaban divididos en cuadrados para escribir los caracteres. Comenzaba escribiendo 6 o 7 veces un caracter debajo de la primera columna y luego escribía el sonido o el significado en inglés en la tercera columna. Después, comenzaba con el segundo caracter y hacía lo mismo. Pronto, me encontraba con el primer caracter que había aprendido y tenía que volver a escribirlo. En otras palabras, sistemáticamente me recordaba a mí mismo las palabras que había aprendido antes de poder olvidarlas. Al principio, sólo podía aprender diez caracteres nuevos por día, pero después de un tiempo llegué a treinta por día con un porcentaje de retención del cincuenta por ciento. El porcentaje de retención era mayor si las palabras estaban dentro de un contexto escrito u oral. Este principio de volver a aprender sistemáticamente las palabras nuevas hasta que quedan grabadas me ha acompañado a lo largo de mi aprendizaje de idiomas.

Escribir en chino era importante para mí, a pesar de mi pobre caligrafía. Cuando escribía en chino tenía tiempo para armar mis oraciones y elegir las palabras cuidadosamente. Escribir me ayudó a reforzar mi vocabulario. También era una forma de practicar las estructuras de las oraciones.

En el chino moderno, la lengua escrita es similar a la hablada, y la mía lo era ciertamente. Por otra parte, los clásicos chinos están escritos con elegantes abreviaturas muy diferentes de la lengua hablada. Los escritores chinos modernos a menudo incluyen este lenguaje refinado en su prosa. Eso no me preocupaba. Mi escritura china era simple y directa, lo suficiente como para traducir editoriales de periódicos o cualquier otra tarea de estudio que me fuera asignada. Haciendo que mi escritura fuera una especie de extensión de mi lenguaje hablado, ayudó a que mejorara mi habilidad para expresarme en chino. Los estudiantes de idiomas deben escribir frecuentemente, y deben minimizar cualquier diferencia entre su lenguaje escrito y el hablado. Otro principio para aprender vocabulario nuevo que me acompaña es la importancia del contexto. Es más sencillo recordar el significado de los caracteres chinos en palabras compuestas, de dos o más caracteres, que recordarlos de manera individual. Aún tengo dificultad para reconocer ciertos caracteres aislados pero puedo identificar su significado fácilmente en palabras compuestas. Este principio de aprender palabras dentro de un contexto de frases y contenidos más amplios es útil para cualquier idioma y es una característica fundamental en el sistema de aprendizaje que hemos desarrollado.

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Nuestro segundo libro de lectura era más interesante. Todavía lo recomiendo. Se llamaba Twenty Lectures on Chinese Culture (Veinte Clases sobre la Cultura China). Desarrollado en Yale en el año 1963 como libro de lectura para principiantes, este libro hablaba sobre la historia y la cultura china en un lenguaje simple y directo. Ocasionalmente lo leo para refrescar mi chino. A pesar de que el libro está escrito en un lenguaje sencillo para estudiantes, el tema es real, la historia y la cultura de China.

El material de lectura graduado es inevitable para el principiante, leer material sencillo ayuda a tener confianza y desarrollar la fluidez. Sin embargo, estas lecturas deberían ser sobre temas de interés y no parecerse a las historias para niños. De ser posible, debería haber una selección de títulos para que el estudiante pueda elegir. Pero lo ideal es que todos los estudiantes pasen a contenidos reales lo antes posible.

Durante unos cuatro meses sólo leí contenidos chinos auténticos, la mayoría de ellos eran libros de textos con listas de vocabulario especialmente preparadas. Los temas eran variados: historia, política, literatura. De repente, un fascinante mundo se abrió ante mí en su propio idioma: al principio en los libros, y a medida que mi chino mejoraba, a través de la gente que conocía.

Me zambullí en el estudio del idioma chino. No tenía la ventaja de haber estudiado chino en la escuela durante diez años, como en el caso del francés. Aun así, estaba decidido a aprenderlo en el menor tiempo posible. Me hice cargo de mi aprendizaje.

Tenía mi grabadora encendida desde que me despertaba, ya sea como fondo o como sesión intensiva donde me concentraba en la pronunciación. Trabajé mucho para aprender los caracteres chinos, escribiéndolos y repasándolos a diario. Leía todo lo que podía, y releía el mismo material frecuentemente para mejorar mi habilidad para leer y escribir en chino. Estudié las listas de vocabulario que acompañaban estos textos. Parecía que nunca podría recordar las nuevas palabras pero finalmente se quedaron conmigo.

Hong Kong no es una ciudad en donde se hable mandarín y por ello estaba bastante aislado con mi estudio. No podía simplemente salir y hablar con los comerciantes u otras personas en mandarín. Si bien había algunos programas de radio y televisión en mandarín, sólo entendía algo de lo que se hablaba y luego lo olvidaba. Por otra parte, me di cuenta de que usar la grabadora para escuchar una y otra vez el material que ya había entendido era muy beneficioso para mi aprendizaje. El problema era encontrar suficiente material auditivo con contenidos interesantes para mi nivel de comprensión.

Cuando vivía en Hong Kong, las grabadoras no eran portátiles. Eran los tiempos de las grabadoras de carrete abierto, que eran enormes, pesadas y complicadas. Tenía que sentarme en casa y escuchar. En la actualidad, la tecnología moderna permite encontrar material auditivo de interés, descargarlo y grabarlo para poder llevarlo a todas partes.

Como el chino no cuenta con escritura fonética, tuve que aprender unos tres o cuatro mil caracteres, cada uno de los cuales requiere al menos quince o más trazos. No es necesario mencionar que la adquisición del vocabulario chino es más difícil que la del inglés. Me di cuenta de que el diccionario debe ser el último recurso de un estudiante de idiomas. Buscar palabras en un diccionario convencional es una de las actividades menos efectiva y de mayor pérdida de tiempo en el aprendizaje de idiomas. Muy a menudo se olvida el significado de la palabra al cerrar el diccionario. Usar un diccionario chino es aún más difícil que buscar una palabra de un idioma basado en un alfabeto.

Una de las frustraciones que todos enfrentamos en el aprendizaje de idiomas es la rapidez con la que olvidamos las palabras recién aprendidas. Parece que todo debe ser aprendido una y otra vez. En el chino, este problema es aún mayor por la dificultad para aprender los caracteres. Tuve que encontrar una manera de acelerar el aprendizaje de los caracteres.

Desarrollé técnicas para trabajar con el nuevo vocabulario que me permitían reforzar el aprendizaje y la retención del mismo. Un sistema estaba basado en la forma en que aprenden los caracteres los niños chinos. Compré libros de ejercicios que estaban divididos en cuadrados para escribir los caracteres. Comenzaba escribiendo 6 o 7 veces un caracter debajo de la

primera columna y luego escribía el sonido o el significado en inglés en la tercera columna. Después, comenzaba con el segundo caracter y hacía lo mismo. Pronto, me encontraba con el primer caracter que había aprendido y tenía que volver a escribirlo. En otras palabras, sistemáticamente me recordaba a mí mismo las palabras que había aprendido antes de poder olvidarlas. Al principio, sólo podía aprender diez caracteres nuevos por día, pero después de un tiempo llegué a treinta por día con un porcentaje de retención del cincuenta por ciento. El porcentaje de retención era mayor si las palabras estaban dentro de un contexto escrito u oral. Este principio de volver a aprender sistemáticamente las palabras nuevas hasta que quedan grabadas me ha acompañado a lo largo de mi aprendizaje de idiomas.

Escribir en chino era importante para mí, a pesar de mi pobre caligrafía. Cuando escribía en chino tenía tiempo para armar mis oraciones y elegir las palabras cuidadosamente. Escribir me ayudó a reforzar mi vocabulario. También era una forma de practicar las estructuras de las oraciones.

En el chino moderno, la lengua escrita es similar a la hablada, y la mía lo era ciertamente. Por otra parte, los clásicos chinos están escritos con elegantes abreviaturas muy diferentes de la lengua hablada. Los escritores chinos modernos a menudo incluyen este lenguaje refinado en su prosa. Eso no me preocupaba. Mi escritura china era simple y directa, lo suficiente como para traducir editoriales de periódicos o cualquier otra tarea de estudio que me fuera asignada. Haciendo que mi escritura fuera una especie de extensión de mi lenguaje hablado, ayudó a que mejorara mi habilidad para expresarme en chino. Los estudiantes de idiomas deben escribir frecuentemente, y

deben minimizar cualquier diferencia entre su lenguaje escrito y el hablado.

Otro principio para aprender vocabulario nuevo que me acompaña es la importancia del contexto. Es más sencillo recordar el significado de los caracteres chinos en palabras compuestas, de dos o más caracteres, que recordarlos de manera individual. Aún tengo dificultad para reconocer ciertos caracteres aislados pero puedo identificar su significado fácilmente en palabras compuestas. Este principio de aprender palabras dentro de un contexto de frases y contenidos más amplios es útil para cualquier idioma y es una característica fundamental en el sistema de aprendizaje que hemos desarrollado.