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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 23. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Buscando Contenidos

Sabía que para progresar tenía que exponerme al máximo a contenidos lingüísticos en japonés. En cuanto pude entender algo, decidí escuchar la radio japonesa a pesar de que en Tokio había una estación de radio en inglés. Escuchaba cintas repetidamente, y leía todo lo que podía. Lamentablemente, no había tantos libros de lectura con listas de vocabulario en japonés como en chino. Cuando pienso cuánto tuve que luchar para encontrar contenidos para aprender, envidio al estudiante de hoy en día, quien tiene a su disposición una enorme cantidad de contenidos interesantes para aprender, con el sistema de aprendizaje apropiado. En la actualidad, más que nunca, es posible progresar rápidamente con libros de texto preparados especialmente para los principiantes para pasar al idioma real. Cuanto más rápido pueda alejarse del lenguaje de estudiante y comenzar a descubrir el lenguaje real, más rápido progresará.

Usted debe estar decidido a encontrar su propio camino hacia un idioma nuevo, y cuidarse de los profesores que tratan de imponerle sus versiones de la lengua. Una noche, mientras conducía de regreso a casa, escuchaba la Radio Educativa Pública de Japón y oí los siguientes sonidos: “Zey aa sayrazu, zey aa sayrazu.” Esto se oyó durante unos minutos. Creí que se trataba de un cántico budista. Finalmente me di cuenta de que era un profesor de inglés con fuerte acento japonés que repetía la frase “they are sailors” (son marineros). Esta clase de imitación repetitiva de palabras es todo lo contrario al contenido con significado y es de muy poca utilidad. De alguna manera, esto me recordó la enseñanza del idioma francés que había recibido en la escuela. En la actualidad, en cada pueblo y ciudad de Japón hay un joven profesor de inglés nativo. La enseñanza del inglés ha progresado muchísimo desde los años 70.

A medida que mi japonés mejoraba, trataba de variar la clase de contenidos para mantener el interés y así ampliar mis conocimientos del idioma. Por ejemplo, en una excursión familiar a la Península de Izu, llevé para escuchar en el automóvil la versión en audio de la novela La Bailarina de Izu del ganador del Premio Nóbel, Kawabata Yasunari. Volvimos a recorrer la ruta de la troupe danzarina itinerante descrita en la novela mientras disfrutábamos del pintoresco escenario de montañas y océano de la región.

Una de las cintas más interesantes que escuché en la NHK se llamaba La Historia de la Era Showa. Consistía en la retransmisión de noticias de radio en vivo del periodo abarcado entre 1925 y 1945. Con el tiempo, pude entender casi todo. En mi mente, aún escucho ciertas frases de personalidades de la radio anunciando eventos deportivos, políticos o hechos históricos de aquel periodo. Hoy, con la gran producción de libros electrónicos y en formato de audio, existe una enorme cantidad de contenidos auténticos disponibles en muchos idiomas para satisfacer las necesidades de los estudiantes de idiomas.

Si bien la lectura y la repetición son efectivas para familiarizarse con un idioma nuevo, la interacción genuina con un hablante nativo es siempre el mejor estímulo y entrenamiento para el estudiante. Mi colega más cercano en la embajada canadiense en Tokio era el Representante Comercial Japonés, el Sr. “ Nick” Yazaki. Era una gran ayuda para mis esfuerzos por aprender japonés. Desde mi punto de vista, él tenía una ventaja: su manera de expresarse era de lo más cuidadosa, meticulosa y prolija. Yo imitaba su pronunciación y su forma de hablar. Me apoyó desde el principio para que pudiera aprender japonés. Fue una influencia muy importante en mi aprendizaje. Encontrar un hablante nativo que sea paciente y que nos apoye es invalorable para aprender un nuevo idioma.

Con el tiempo, pude defenderme bastante bien en la mayoría de las conversaciones. Mi estrategia de conversación era tratar de decir las cosas de manera sencilla y según mi capacidad de expresión. Trataba de no hablar rápido para que mis ideas no se adelanten a mi discurso. Sin embargo, decirlo es más fácil que hacerlo, y a menudo luchaba para poder expresarme. Pero todo era parte del proceso de aprendizaje.

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Sabía que para progresar tenía que exponerme al máximo a contenidos lingüísticos en japonés. En cuanto pude entender algo, decidí escuchar la radio japonesa a pesar de que en Tokio había una estación de radio en inglés. Escuchaba cintas repetidamente, y leía todo lo que podía. Lamentablemente, no había tantos libros de lectura con listas de vocabulario en japonés como en chino. Cuando pienso cuánto tuve que luchar para encontrar contenidos para aprender, envidio al estudiante de hoy en día, quien tiene a su disposición una enorme cantidad de contenidos interesantes para aprender, con el sistema de aprendizaje apropiado. En la actualidad, más que nunca, es posible progresar rápidamente con libros de texto preparados especialmente para los principiantes para pasar al idioma real. Cuanto más rápido pueda alejarse del lenguaje de estudiante y comenzar a descubrir el lenguaje real, más rápido progresará.

Usted debe estar decidido a encontrar su propio camino hacia un idioma nuevo, y cuidarse de los profesores que tratan de imponerle sus versiones de la lengua. Una noche, mientras conducía de regreso a casa, escuchaba la Radio Educativa Pública de Japón y oí los siguientes sonidos: “Zey aa sayrazu, zey aa sayrazu.” Esto se oyó durante unos minutos. Creí que se trataba de un cántico budista. Finalmente me di cuenta de que era un profesor de inglés con fuerte acento japonés que repetía la frase “they are sailors” (son marineros). Esta clase de imitación repetitiva de palabras es todo lo contrario al contenido con significado y es de muy poca utilidad. De alguna manera, esto me recordó la enseñanza del idioma francés que había recibido en la escuela. En la actualidad, en cada pueblo y ciudad de Japón hay un joven profesor de inglés nativo. La enseñanza del inglés ha progresado muchísimo desde los años 70.

A medida que mi japonés mejoraba, trataba de variar la clase de contenidos para mantener el interés y así ampliar mis conocimientos del idioma. Por ejemplo, en una excursión familiar a la Península de Izu, llevé para escuchar en el automóvil la versión en audio de la novela La Bailarina de Izu del ganador del Premio Nóbel, Kawabata Yasunari. Volvimos a recorrer la ruta de la troupe danzarina itinerante descrita en la novela mientras disfrutábamos del pintoresco escenario de montañas y océano de la región.

Una de las cintas más interesantes que escuché en la NHK se llamaba La Historia de la Era Showa. Consistía en la retransmisión de noticias de radio en vivo del periodo abarcado entre 1925 y 1945. Con el tiempo, pude entender casi todo. En mi mente, aún escucho ciertas frases de personalidades de la radio anunciando eventos deportivos, políticos o hechos históricos de aquel periodo. Hoy, con la gran producción de libros electrónicos y en formato de audio, existe una enorme cantidad de contenidos auténticos disponibles en muchos idiomas para satisfacer las necesidades de los estudiantes de idiomas.

Si bien la lectura y la repetición son efectivas para familiarizarse con un idioma nuevo, la interacción genuina con un hablante nativo es siempre el mejor estímulo y entrenamiento para el estudiante. Mi colega más cercano en la embajada canadiense en Tokio era el Representante Comercial Japonés, el Sr. “ Nick” Yazaki. Era una gran ayuda para mis esfuerzos por aprender japonés. Desde mi punto de vista, él tenía una ventaja: su manera de expresarse era de lo más cuidadosa, meticulosa y prolija. Yo imitaba su pronunciación y su forma de hablar. Me apoyó desde el principio para que pudiera aprender japonés. Fue una influencia muy importante en mi aprendizaje. Encontrar un hablante nativo que sea paciente y que nos apoye es invalorable para aprender un nuevo idioma.

Con el tiempo, pude defenderme bastante bien en la mayoría de las conversaciones. Mi estrategia de conversación era tratar de decir las cosas de manera sencilla y según mi capacidad de expresión. Trataba de no hablar rápido para que mis ideas no se adelanten a mi discurso. Sin embargo, decirlo es más fácil que hacerlo, y a menudo luchaba para poder expresarme. Pero todo era parte del proceso de aprendizaje.