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Historias de nuestra Historia (España), La batalla de El Álamo

Hubo un tiempo en el que un… que un puñado de héroes, un puñado de hombres, forjaron la leyenda de Texas. Llegando 1836, la república de la estrella solitaria entraba en la historia.

Texas, el segundo estado en extensión de la unión, detrás de Alaska con casi 700,000 metros cuadrados. Explorado por los españoles, conquistado por los mismos. En el año 1716, una expedición con militares y misioneros, así era la cosa. Llegaban a una zona a la que llamaron San Antonio, formando una misión que con los años se convertiría en una fortificación militar. En el año 1744 se asentaban los cimientos de San Antonio del Álamo. El Álamo, recordad el Álamo, uno de los nombres más populares en la historia de los Estados Unidos, y todo comenzó aquel 23 de Febrero de 1836.

México obtuvo su independencia en Septiembre del año 1821, se convertía en uno de los países más potentes de todo el continente americano. No sólo dominaba su extensión actual sino también Texas, Nevada, Arizona, Nuevo México, California, un país inmenso, y escasamente poblado. Tras conseguir la independencia, al poco, los colonos anglosajones solicitaban permiso para ocupar, para colonizar aquellos territorios casi vírgenes. En 1823, Moisés y Stephen Austin trasladaban trescientos colonos a los territorios de Texas. Al principio, los mexicanos asintieron, y concedieron una tregua de siete años en la que los nuevos habitantes no deberían pagar aranceles, no deberían pagar tributos, pero el plazo se fue consumiendo, y la situación de los mexicano-americanos era cada vez más angustiosa. Había miles, miles de inmigrantes ilegales, la situación ha cambiado, ¿verdad? en este último… en este último siglo, pero entonces, los ilegales eran los norteamericanos, los que ocupaban aquel territorio sin papeles. Finalizando la década de los veinte hacia 1829, 1830, la demografía decía esto: había más de 25,000 colonos americanos, frente a unos cuatro mil habitantes mexicanos. Todo estaba a punto de estallar, y en efecto, lo hizo. En 1824 llegaba al poder en México el general Antonio López de Santa Anna, un hombre terco, duro, déspota, que no estaba dispuesto a dejar pasar una sola oportunidad de enriquecer y enriquecerse. Los texanos tenían un líder, su nombre, Sam Houston, Samuel Houston, un curtido militar, alejado de las lides militares y de la guerra, en torno a él se empieza a aglutinar lo que se empieza a llamar ya ejército, el ejército regular de Texas. En 1835, estalla la rebelión, los norteamericanos se sublevan, tienen una idea, proclamar la independencia, y posteriormente, incorporarse a los Estados Unidos de América. Diciembre de 1835, las tropas de Sam Houston ocupan San Antonio del Álamo. Todo está a punto de suceder, Sam Houston había conseguido reunir un pequeño ejército de apenas mil efectivos. Antonio López de Santa Anna empieza a reclutar gente, empieza a organizar sus tropas, y organiza una expedición fugitiva contra los texanos. Consigue reunir casi cuatro mil hombres. Las tropas mexicanas se internan por el territorio de Texas. Sam Houston, conocedor de la historia, conocedor de las aventuras difíciles que le iba a tocar asumir, decide repliegue, un repliegue táctico, a la espera de mejor suerte, mejor bonanza. Tiene que abandonar San Antonio, pero algunos hombres, se niegan en redondo a abandonar aquella posición. Es el caso de Jim Bowie, jefe de todo el cuerpo de voluntarios. Junto a él, se queda el coronel William Barret Travis, un joven de apenas 26 años, intentará organizar la resistencia. El Álamo no se rinde. El Álamo era una posición difícil de defender, porque es una misión de forma irregular, pero bueno, aún así lo iban a intentar. Travis, como jefe de la tropa regular, hace recuento de sus efectivos. Sam Houston se ha ido, y le ordena que le siga, pero Travis se niega en redondo. Jim Bowie tampoco quiere ir detrás de Sam Houston, aguantarán en El Álamo. Cuentan con unos 150 hombres, todos ellos se acantonan, se acuartelan en El Álamo. Empiezan a organizar, se ponen a hacer acopio de víveres, de municiones, algún cañón… y las noticias, los mexicanos se acercan a la población. El general Santa Anna está decidido a todo. Declara la guerra sin cuartel, es decir, no habrá prisioneros, o escapan o mueren. Todos están preparados para el combate final. Sam Houston está nervioso, está tenso, no entiende porqué no le han seguido sus hombres. Travis, el impetuoso Travis, como dije, un joven de 26 años, de Carolina del Sur, abogado, militar de escasa efectividad, pero eso sí, muy temerario, muy valiente, decidido a acabar allí. Lanza una proclama, la famosa súplica de Travis, pide que los voluntarios acudan al Álamo, que defiendan El Álamo, y termina diciendo esto: “aquí quedaremos, aquí resistiremos y aquí moriremos. Victoria o Muerte. Es el grito de El Álamo.” La súplica de Travis es escuchada por algunos. En la fortificación, además de Travis, de Bowie, se encuentra David Crockett, el legendario explorador. Pésimo congresista, David Crockett contaba con unos 50 años, y estaba al frente de un grupo de voluntarios de Tennessee, son unos 35. Algunos más se incorporan a aquella tropa, aquella tropa de irregulares, aquella tropa de voluntarios. Finalmente se hace recuento, si miramos diferentes fuentes bibliográficas, podemos decir que…. que bueno, la cifra es muy variable, según uno, según otro, pero bueno, iría desde los 185 que dicen, pasando por los 187, 189 hasta 256 aventuran algunos. Lo cierto es que ahí estaban todos. Los hombres de Tennessee, los hombres de Kentucky, los propios texanos. Junto a la tropa, treinta mujeres y niños. Están tensos, preparando el momento final, el momento del combate, Sam Houston no llega. Travis envía un mensajero, un mensajero que de forma desesperada va a informar a Sam Houston sobre lo que está ocurriendo en El Álamo, más de cuatro mil mexicanos se están acercando, y van a sitiar la ciudad, van a sitiar la misión de El Álamo de San Antonio. El caballo sale raudo y veloz de la misión, el último superviviente, el único que quedó, aquel joven que envió el mensaje a Sam Houston. El 23 de Febrero del año 1836, la suerte estaba echada, y el general Santa Anna estrechaba el cerco sobre la fortificación de El Álamo. Travis está decidido a resistir hasta el final, cuenta con sus 189 hombres, se preocupa por el futuro de las mujeres y de los niños. ¿Llegará Sam Houston? ¿Llegarán los refuerzos anhelados? ¿Lograremos salvar la situación? El general Santa Anna era terco, era déspota, pero también era orgulloso, era refinado, era un hombre, incluso agradable, dicen. Quiere terminar aquello de la mejor manera posible. Habrá un asalto total, pero envía un mensaje a Travis, respetará la vida de las mujeres y de los niños. Travis acepta… acepta… acepta a sacar a las mujeres, acepta esa condición, y las treinta mujeres y los niños abandonan El Álamo. Con los ojos bañados en lágrimas se despiden de sus maridos, saben que es la última despedida, saben que nunca más los volverán a ver. El Álamo no se va a rendir. El Álamo morirá. El general Santa Anna, de forma muy respetuosa, entregó salvo conductos a las mujeres y a los niños, dio dos dólares por familia, y les permitió salir del territorio texano. Entre esas mujeres y niños, iba la famosa viuda Dickinson, aquella que luego informaría en Gonzalvez a Sam Houston sobre la suerte de los infortunados defensores de El Álamo.

Trece días de asedio, trece días de gloria, trece días donde los mexicanos fueron cercando a los defensores de El Álamo, algunos ataques, comenzó el cañoneo. 24 horas, una tras otra, las balas de cañón iban minando la defensa de El Álamo, Pero Travis, Bowie y Crockett seguían aguantando. Un día tras otro, los víveres y las municiones se iban acabando. Algunas cargas de los mexicanos, cargas heroicas, sufren muchísimas bajas, pero la moral de los defensores de El Álamo no se amilana. Responden con dureza a todos los ataques. Las cuatro paredes de la misión van poco a poco convirtiéndose en ruinas. Finalmente, el general Santa Anna decide un asalto final. A tal fin, prepara 1800 hombres. 1800 hombres que se van a distribuir en cuatro columnas. La mejor defendida, la posición del este, ahí van a concentrar el ataque principal. En la puerta norte, un ataque un poquito más pequeño pero ahí se encuentra Travis defendiendo aquella posición. Santa Anna lo tiene todo perfectamente preparado. Madrugada del seis de Marzo de 1836, los 1800 mexicanos se acercan sigilosamente a la posición. Tocan a Degüello, las trompetas, sueltan su letanía mortal. Es la hora del ataque, cinco de la mañana, el general Santa Anna ordena un ataque generalizado sobre todas las posiciones defendidas por los texanos. Es el momento crucial, es el momento final, El Álamo está a punto de caer, pero a muy alto precio.

Las descargas se suceden, los defensores van retrocediendo, pero vendiendo muy cara su derrota, muy cara su muerte. El coronel William Barret Travis fue uno de los primeros en caer. Cuentan crónicas fidedignas escritas por los propios soldados mexicanos que Travis se defendió con una hoz, se defendió con el valor, que miraba con rabia insolente a sus atacantes, que descargó todo lo que tenía sobre ellos, pero finalmente fue abatido. Jim Bowie, afectado por unas fiebres tifoideas, murió acuchillado en su propia cama. Los minutos iban sucediendo. De las murallas, pasaron al patio central, ahí la lucha fue demorada, cuerpo a cuerpo, uno tras otro los defensores de El Álamo iban cayendo, uno tras otro iban retrocediendo, apenas ya quedaba nada. Apenas quedaban ya municiones. Apenas quedaban hombres. Los mexicanos, con una valentía inusitada, consiguen derribar a los últimos. Finalmente, hacia las ocho de la mañana, todo se ha perdido. El Álamo ha caído. La resistencia había durado casi tres horas, en esa carga final de los mexicanos. La imagen era dantesca. Habían quedado siete supervivientes, siete hombres que habían sido hecho prisioneros, entre ellos estaba David Crockett, en contra de lo que se ha dicho en las películas o en literatura barata, David Crockett… David Crockett se había rendido. Junto a sus seis compañeros, estaban esperando una suerte incierta. El general Santa Anna estaba muy fastidiado por todas las pérdidas que había sufrido. Cuando el general Castillón se acerca con los siete rebeldes, con los siete prisioneros, el general Santa Anna sólo acertó a mirarlos con desdén, y ordenó que les fusilaran. Juicio sumarísimo para los últimos defensores de El Álamo. Y se lo ordenó a los Tapadores, que era la tropa que tenía más próxima, pero los oficiales de esta tropa hicieron en principio oídos sordos, pensando que todo era producto de una rabieta del general Santa Anna, y que pronto su honor le haría pensar lo contrario. Se le debería dar mejor suerte, mejor destino a estos últimos defensores que con tanto honor, con tanta valentía, con tanto ardor, habían defendido aquella posición de El Álamo, pero algunos oficiales desenvainaron sus espadas y acabaron con la vida de David Crockett y los suyos a espadazos, tras haberles hecho sufrir bastante. Así terminaron los últimos defensores de El Álamo. La imagen era horrible, 189 muertos por parte texana, unos 600 por parte mexicana. 800 muertos en total que dominaban aquel escenario tan tétrico. El general Santa Anna ordenó crear una inmensa viga donde llevaron los cadáveres. Ahí murieron, ahí fueron quemados, amigos y enemigos, así terminó El Álamo. El general Santa Anna, su orgullo le había hecho tomar El Álamo, pero a un altísimo precio, aquellos hombres que había perdido, más de 600 entre muertos y heridos, le hubiesen sido muy útiles en acciones posteriores. Es cierto que había vencido en las batallas de Goliad en El Álamo. ¿Pero después qué ocurriría? Tampoco tenía muchos hombres el general Santa Anna para poder recorrer todo el territorio texano. El 21 de Abril de 1836, los mexicanos eran pillados in fraganti, eran pillados por sorpresa por las tropas de Sam Houston, que con el rito de recordar El Álamo, abatieron a muchísimos mexicanos en aquel 21 de Abril de 1836 causando, además de las bajas, setecientos ochenta y tantos prisioneros, entre los que se encontraba el propio general Santa Anna, que de forma humillante, tuvo que firmar la paz y reconocer que Sam Houston era el dueño de la situación, el nuevo dueño de la situación. Texas había proclamado su independencia, en aquel Febrero de 1836, cuando un grupo de valientes habían formado la misión de El Álamo, dando trece días preciosos a Sam Houston para que se organizara. El sacrificio de aquellos héroes no fue estéril. Las tropas texanas consiguieron devolver el golpe y entregar la independencia al estado de la estrella solitaria. En 1846, Texas se incorporaba a la unión, se provocó una nueva guerra con México. Otra vez, la derrota para los mexicanos, pero en esta ocasión, la lección fue brutal. Los cuarteles de Colorado, de Nevada, California, Texas, Nuevo México, pasaron a formar parte del nuevo imperio emergente. En 1848, terminaba la guerra de México, y los Estados Unidos avanzaban como gran país. Y todo empezó aquel 23 de Febrero en 1836 en una pequeña misión, lejana, muy lejana, en una localidad llamada San Antonio, los defensores de El Álamo. El ejército norteamericano, hoy en día, sigue con esa frase, “recordad El Álamo.” En nuestros pasajes de la historia, hoy han sonado Travis, Crockett, Bowie, Santa Anna, héroes de leyenda, héroes de un siglo, terrible y cruel, el siglo definitivo para el nacimiento de los…

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Hubo un tiempo en el que un… que un puñado de héroes, un puñado de hombres, forjaron la leyenda de Texas. Llegando 1836, la república de la estrella solitaria entraba en la historia.

 

Texas, el segundo estado en extensión de la unión, detrás de Alaska con casi 700,000 metros cuadrados. Explorado por los españoles, conquistado por los mismos. En el año 1716, una expedición con militares y misioneros, así era la cosa. Llegaban a una zona a la que llamaron San Antonio, formando una misión que con los años se convertiría en una fortificación militar. En el año 1744 se asentaban los cimientos de San Antonio del Álamo. El Álamo, recordad el Álamo, uno de los nombres más populares en la historia de los Estados Unidos, y todo comenzó aquel 23 de Febrero de 1836.

 

México obtuvo su independencia en Septiembre del año 1821, se convertía en uno de los países más potentes de todo el continente americano. No sólo dominaba su extensión actual sino también Texas, Nevada, Arizona, Nuevo México, California, un país inmenso, y escasamente poblado. Tras conseguir la independencia, al poco, los colonos anglosajones solicitaban permiso para ocupar, para colonizar aquellos territorios casi vírgenes. En 1823, Moisés y Stephen Austin trasladaban trescientos colonos a los territorios de Texas. Al principio, los mexicanos asintieron, y concedieron una tregua de siete años en la que los nuevos habitantes no deberían pagar aranceles, no deberían pagar tributos, pero el plazo se fue consumiendo, y la situación de los mexicano-americanos era cada vez más angustiosa. Había miles, miles de inmigrantes ilegales, la situación ha cambiado, ¿verdad? en este último… en este último siglo, pero entonces, los ilegales eran los norteamericanos, los que ocupaban aquel territorio sin papeles. Finalizando la década de los veinte hacia 1829, 1830, la demografía decía esto: había más de 25,000 colonos americanos, frente a unos cuatro mil habitantes mexicanos. Todo estaba a punto de estallar, y en efecto, lo hizo. En 1824 llegaba al poder en México el general Antonio López de Santa Anna, un hombre terco, duro, déspota, que no estaba dispuesto a dejar pasar una sola oportunidad de enriquecer y enriquecerse. Los texanos tenían un líder, su nombre, Sam Houston, Samuel Houston, un curtido militar, alejado de las lides militares y de la guerra, en torno a él se empieza a aglutinar lo que se empieza a llamar ya ejército, el ejército regular de Texas. En 1835, estalla la rebelión, los norteamericanos se sublevan, tienen una idea, proclamar la independencia, y posteriormente, incorporarse a los Estados Unidos de América. Diciembre de 1835, las tropas de Sam Houston ocupan San Antonio del Álamo. Todo está a punto de suceder, Sam Houston había conseguido reunir un pequeño ejército de apenas mil efectivos. Antonio López de Santa Anna empieza a reclutar gente, empieza a organizar sus tropas, y organiza una expedición fugitiva contra los texanos. Consigue reunir casi cuatro mil hombres. Las tropas mexicanas se internan por el territorio de Texas. Sam Houston, conocedor de la historia, conocedor de las aventuras difíciles que le iba a tocar asumir, decide repliegue, un repliegue táctico, a la espera de mejor suerte, mejor bonanza. Tiene que abandonar San Antonio, pero algunos hombres, se niegan en redondo a abandonar aquella posición. Es el caso de Jim Bowie, jefe de todo el cuerpo de voluntarios. Junto a él, se queda el coronel William Barret Travis, un joven de apenas 26 años, intentará organizar la resistencia. El Álamo no se rinde. El Álamo era una posición difícil de defender, porque es una misión de forma irregular, pero bueno, aún así lo iban a intentar. Travis, como jefe de la tropa regular, hace recuento de sus efectivos. Sam Houston se ha ido, y le ordena que le siga, pero Travis se niega en redondo. Jim Bowie tampoco quiere ir detrás de Sam Houston, aguantarán en El Álamo. Cuentan con unos 150 hombres, todos ellos se acantonan, se acuartelan en El Álamo. Empiezan a organizar, se ponen a hacer acopio de víveres, de municiones, algún cañón… y las noticias, los mexicanos se acercan a la población. El general Santa Anna está decidido a todo. Declara la guerra sin cuartel, es decir, no habrá prisioneros, o escapan o mueren. Todos están preparados para el combate final. Sam Houston está nervioso, está tenso, no entiende porqué no le han seguido sus hombres. Travis, el impetuoso Travis, como dije, un joven de 26 años, de Carolina del Sur, abogado, militar de escasa efectividad, pero eso sí, muy temerario, muy valiente, decidido a acabar allí. Lanza una proclama, la famosa súplica de Travis, pide que los voluntarios acudan al Álamo, que defiendan El Álamo, y termina diciendo esto: “aquí quedaremos, aquí resistiremos y aquí moriremos. Victoria o Muerte. Es el grito de El Álamo.” La súplica de Travis es escuchada por algunos. En la fortificación, además de Travis, de Bowie, se encuentra David Crockett, el legendario explorador. Pésimo congresista, David Crockett contaba con unos 50 años, y estaba al frente de un grupo de voluntarios de Tennessee, son unos 35. Algunos más se incorporan a aquella tropa, aquella tropa de irregulares, aquella tropa de voluntarios. Finalmente se hace recuento, si miramos diferentes fuentes bibliográficas, podemos decir que…. que bueno, la cifra es muy variable, según uno, según otro, pero bueno, iría desde los 185 que dicen, pasando por los 187, 189 hasta 256 aventuran algunos. Lo cierto es que ahí estaban todos. Los hombres de Tennessee, los hombres de Kentucky, los propios texanos. Junto a la tropa, treinta mujeres y niños. Están tensos, preparando el momento final, el momento del combate, Sam Houston no llega. Travis envía un mensajero, un mensajero que de forma desesperada va a informar a Sam Houston sobre lo que está ocurriendo en El Álamo, más de cuatro mil mexicanos se están acercando, y van a sitiar la ciudad, van a sitiar la misión de El Álamo de San Antonio. El caballo sale raudo y veloz de la misión, el último superviviente, el único que quedó, aquel joven que envió el mensaje a Sam Houston. El 23 de Febrero del año 1836, la suerte estaba echada, y el general Santa Anna estrechaba el cerco sobre la fortificación de El Álamo. Travis está decidido a resistir hasta el final, cuenta con sus 189 hombres, se preocupa por el futuro de las mujeres y de los niños. ¿Llegará Sam Houston? ¿Llegarán los refuerzos anhelados? ¿Lograremos salvar la situación? El general Santa Anna era terco, era déspota, pero también era orgulloso, era refinado, era un hombre, incluso agradable, dicen. Quiere terminar aquello de la mejor manera posible. Habrá un asalto total, pero envía un mensaje a Travis, respetará la vida de las mujeres y de los niños. Travis acepta… acepta… acepta a sacar a las mujeres, acepta esa condición, y las treinta mujeres y los niños abandonan El Álamo. Con los ojos bañados en lágrimas se despiden de sus maridos, saben que es la última despedida, saben que nunca más los volverán a ver. El Álamo no se va a rendir. El Álamo morirá. El general Santa Anna, de forma muy respetuosa, entregó salvo conductos a las mujeres y a los niños, dio dos dólares por familia, y les permitió salir del territorio texano. Entre esas mujeres y niños, iba la famosa viuda Dickinson, aquella que luego informaría en Gonzalvez a Sam Houston sobre la suerte de los infortunados defensores de El Álamo.

 

Trece días de asedio, trece días de gloria, trece días donde los mexicanos fueron cercando a los defensores de El Álamo, algunos ataques, comenzó el cañoneo. 24 horas, una tras otra, las balas de cañón iban minando la defensa de El Álamo, Pero Travis, Bowie y Crockett seguían aguantando. Un día tras otro, los víveres y las municiones se iban acabando. Algunas cargas de los mexicanos, cargas heroicas, sufren muchísimas bajas, pero la moral de los defensores de El Álamo no se amilana. Responden con dureza a todos los ataques. Las cuatro paredes de la misión van poco a poco convirtiéndose en ruinas. Finalmente, el general Santa Anna decide un asalto final. A tal fin, prepara 1800 hombres. 1800 hombres que se van a distribuir en cuatro columnas. La mejor defendida, la posición del este, ahí van a concentrar el ataque principal. En la puerta norte, un ataque un poquito más pequeño pero ahí se encuentra Travis defendiendo aquella posición. Santa Anna lo tiene todo perfectamente preparado. Madrugada del seis de Marzo de 1836, los 1800 mexicanos se acercan sigilosamente a la posición. Tocan a Degüello, las trompetas, sueltan su letanía mortal. Es la hora del ataque, cinco de la mañana, el general Santa Anna ordena un ataque generalizado sobre todas las posiciones defendidas por los texanos. Es el momento crucial, es el momento final, El Álamo está a punto de caer, pero a muy alto precio.

 

Las descargas se suceden, los defensores van retrocediendo, pero vendiendo muy cara su derrota, muy cara su muerte. El coronel William Barret Travis fue uno de los primeros en caer. Cuentan crónicas fidedignas escritas por los propios soldados mexicanos que Travis se defendió con una hoz, se defendió con el valor, que miraba con rabia insolente a sus atacantes, que descargó todo lo que tenía sobre ellos, pero finalmente fue abatido. Jim Bowie, afectado por unas fiebres tifoideas, murió acuchillado en su propia cama. Los minutos iban sucediendo. De las murallas, pasaron al patio central, ahí la lucha fue demorada, cuerpo a cuerpo, uno tras otro los defensores de El Álamo iban cayendo, uno tras otro iban retrocediendo, apenas ya quedaba nada. Apenas quedaban ya municiones. Apenas quedaban hombres. Los mexicanos, con una valentía inusitada, consiguen derribar a los últimos. Finalmente, hacia las ocho de la mañana, todo se ha perdido. El Álamo ha caído. La resistencia había durado casi tres horas, en esa carga final de los mexicanos. La imagen era dantesca. Habían quedado siete supervivientes, siete hombres que habían sido hecho prisioneros, entre ellos estaba David Crockett, en contra de lo que se ha dicho en las películas o en literatura barata, David Crockett… David Crockett se había rendido. Junto a sus seis compañeros, estaban esperando una suerte incierta. El general Santa Anna estaba muy fastidiado por todas las pérdidas que había sufrido. Cuando el general Castillón se acerca con los siete rebeldes, con los siete prisioneros, el general Santa Anna sólo acertó a mirarlos con desdén, y ordenó que les fusilaran. Juicio sumarísimo para los últimos defensores de El Álamo. Y se lo ordenó a los Tapadores, que era la tropa que tenía más próxima, pero los oficiales de esta tropa hicieron en principio oídos sordos, pensando que todo era producto de una rabieta del general Santa Anna, y que pronto su honor le haría pensar lo contrario. Se le debería dar mejor suerte, mejor destino a estos últimos defensores que con tanto honor, con tanta valentía, con tanto ardor, habían defendido aquella posición de El Álamo, pero algunos oficiales desenvainaron sus espadas y acabaron con la vida de David Crockett y los suyos a espadazos, tras haberles hecho sufrir bastante. Así terminaron los últimos defensores de El Álamo. La imagen era horrible, 189 muertos por parte texana, unos 600 por parte mexicana. 800 muertos en total que dominaban aquel escenario tan tétrico. El general Santa Anna ordenó crear una inmensa viga donde llevaron los cadáveres. Ahí murieron, ahí fueron quemados, amigos y enemigos, así terminó El Álamo. El general Santa Anna, su orgullo le había hecho tomar El Álamo, pero a un altísimo precio, aquellos hombres que había perdido, más de 600 entre muertos y heridos, le hubiesen sido muy útiles en acciones posteriores. Es cierto que había vencido en las batallas de Goliad en El Álamo. ¿Pero después qué ocurriría? Tampoco tenía muchos hombres el general Santa Anna para poder recorrer todo el territorio texano. El 21 de Abril de 1836, los mexicanos eran pillados in fraganti, eran pillados por sorpresa por las tropas de Sam Houston, que con el rito de recordar El Álamo, abatieron a muchísimos mexicanos en aquel 21 de Abril de 1836 causando, además de las bajas, setecientos ochenta y tantos prisioneros, entre los que se encontraba el propio general Santa Anna, que de forma humillante, tuvo que firmar la paz y reconocer que Sam Houston era el dueño de la situación, el nuevo dueño de la situación. Texas había proclamado su independencia, en aquel Febrero de 1836, cuando un grupo de valientes habían formado la misión de El Álamo, dando trece días preciosos a Sam Houston para que se organizara. El sacrificio de aquellos héroes no fue estéril. Las tropas texanas consiguieron devolver el golpe y entregar la independencia al estado de la estrella solitaria. En 1846, Texas se incorporaba a la unión, se provocó una nueva guerra con México. Otra vez, la derrota para los mexicanos, pero en esta ocasión, la lección fue brutal. Los cuarteles de Colorado, de Nevada, California, Texas, Nuevo México, pasaron a formar parte del nuevo imperio emergente. En 1848, terminaba la guerra de México, y los Estados Unidos avanzaban como gran país. Y todo empezó aquel 23 de Febrero en 1836 en una pequeña misión, lejana, muy lejana, en una localidad llamada San Antonio, los defensores de El Álamo. El ejército norteamericano, hoy en día, sigue con esa frase, “recordad El Álamo.”

 

En nuestros pasajes de la historia, hoy han sonado Travis, Crockett, Bowie, Santa Anna, héroes de leyenda, héroes de un siglo, terrible y cruel, el siglo definitivo para el nacimiento de los…