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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 24. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. ¿Es Difícil el Japonés?

Con frecuencia, los japoneses me preguntan si el japonés es el idioma más difícil de aprender. Y se desilusionan si les digo que no. Pero cada idioma tiene sus propias dificultades, y con la suficiente exposición, las dificultades se pueden vencer. No existe idioma que no se pueda aprender. Ciertamente, las legiones de jóvenes profesores de inglés que llegan a Japón para enseñar inglés son la prueba de que el japonés no presenta grandes inconvenientes para la persona que quiere integrarse a la sociedad japonesa. Muchos de estos extranjeros logran hablar bien el japonés. Los jóvenes japoneses son en general abiertos y sociables, y creo que son los profesores extranjeros quienes se benefician más durante su estadía en Japón que sus estudiantes que tratan de aprender inglés.

Un gran obstáculo para aprender japonés son los caracteres chinos, o Kanji como se los llama en japonés. Muchos estudiantes de idiomas pueden aprender a hablar bien sin leer, pero es más fácil sentir el idioma si se lo puede leer mientras se lo escucha. Leer es una apreciación sensual del idioma, muy distinta de escucharlo, y refuerza la comprensión del idioma. Yo tenía la ventaja de haber aprendido la mayoría de los caracteres chinos que necesitaba. Sin embargo, la pronunciación japonesa puede ser un problema. Distinto del chino, hay varias maneras de pronunciar el mismo caracter. El significado de los caracteres chinos en japonés, a veces, es distinto del significado que tienen en chino.

Tenía que diseñar mi propio programa de aprendizaje basado en mis intereses y aptitudes. Esto es sencillo de lograr en la actual era digital pero era muy difícil hacerlo cuando vivía en Tokio. Conociendo los caracteres Kanji, al menos en chino, me concentré en los contenidos japoneses en los que abundaban los caracteres chinos, como los periódicos y la radio, y luego pasé a la conversación de todos los días. Pronto pude manejar negocios en japonés, pero me llevó más tiempo poder entender las novelas de la televisión.

Viviendo en un entorno japonés y leyendo a diario los periódicos en japonés logré agilizar mi mente para leer los caracteres. Pude observar que mi habilidad para leer en chino mejoraba mientras estaba en Japón, a pesar de que, en realidad, nunca leía en chino. Creo que también mejoró mi habilidad para hablar chino ya que mi cerebro era cada vez más capaz de procesar distintos idiomas. Por cierto, aprender nuevos idiomas nunca me ha confundido o desplazado los aprendidos anteriormente. La relación entre los sistemas de escritura y el cerebro es muy interesante e ilustra la variada naturaleza del aprendizaje de idiomas. Según Robert Ornstein, en La Mente Perfecta: Casi todos los sistemas (de escritura) pictográficos son verticales, mientras que la mayoría de los fonográficos son horizontales. Y de varios cientos de sistemas fonográficos que utilizan vocales, casi todos se escriben hacia la derecha, mientras que de unos cincuenta que no tienen signos para las vocales, todos se escriben hacia la izquierda. De esto se deduce que existe una buena razón para relacionar el tipo de sistema y la dirección. Y el candidato más probable es que nuestros ojos y cerebro trabajan en distintas direcciones según la clase de escritura que están leyendo. Es probable que la cultura en donde uno nace y se cría durante los primeros años afecte la forma en la que se organizan los hemisferios.

Los griegos, como casi todo el resto del mundo, desarrollaron su alfabeto basado en el alfabeto fenicio. A mediados de los años 700 aC, el nuevo alfabeto griego estaba en uso pero se escribía de derecha a izquierda, de la misma manera que su padre. Pasados unos ciento cincuenta años se escribía en bustrófedon, refiriéndose a la ruta en que un buey ara la tierra, alternativamente de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Pero alrededor del año 500 aC se había establecido en el familiar de izquierda a derecha.

Además del sistema de escritura, otro obstáculo inicial que encontré en el japonés era la similitud de los sonidos. Ésta es una reacción común al comenzar con un idioma nuevo, pero el japonés tiene, de hecho, menos sonidos diferentes que ningún otro idioma. Al comienzo, la adquisición del vocabulario era lenta. Este problema desapareció al acostumbrarme a ver y escuchar las palabras en sus contextos naturales. Las dificultades encontradas en los comienzos del aprendizaje de un idioma pueden ser desalentadoras. Sin embargo, la constante exposición y una mente abierta le permitirán superar gradualmente estos problemas.

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Con frecuencia, los japoneses me preguntan si el japonés es el idioma más difícil de aprender. Y se desilusionan si les digo que no. Pero cada idioma tiene sus propias dificultades, y con la suficiente exposición, las dificultades se pueden vencer. No existe idioma que no se pueda aprender. Ciertamente, las legiones de jóvenes profesores de inglés que llegan a Japón para enseñar inglés son la prueba de que el japonés no presenta grandes inconvenientes para la persona que quiere integrarse a la sociedad japonesa. Muchos de estos extranjeros logran hablar bien el japonés. Los jóvenes japoneses son en general abiertos y sociables, y creo que son los profesores extranjeros quienes se benefician más durante su estadía en Japón que sus estudiantes que tratan de aprender inglés.

Un gran obstáculo para aprender japonés son los caracteres chinos, o Kanji como se los llama en japonés. Muchos estudiantes de idiomas pueden aprender a hablar bien sin leer, pero es más fácil sentir el idioma si se lo puede leer mientras se lo escucha. Leer es una apreciación sensual del idioma, muy distinta de escucharlo, y refuerza la comprensión del idioma. Yo tenía la ventaja de haber aprendido la mayoría de los caracteres chinos que necesitaba. Sin embargo, la pronunciación japonesa puede ser un problema. Distinto del chino, hay varias maneras de pronunciar el mismo caracter. El significado de los caracteres chinos en japonés, a veces, es distinto del significado que tienen en chino.

Tenía que diseñar mi propio programa de aprendizaje basado en mis intereses y aptitudes. Esto es sencillo de lograr en la actual era digital pero era muy difícil hacerlo cuando vivía en Tokio. Conociendo los caracteres Kanji, al menos en chino, me concentré en los contenidos japoneses en los que abundaban los caracteres chinos, como los periódicos y la radio, y luego pasé a la conversación de todos los días. Pronto pude manejar negocios en japonés, pero me llevó más tiempo poder entender las novelas de la televisión.

Viviendo en un entorno japonés y leyendo a diario los periódicos en japonés logré agilizar mi mente para leer los caracteres. Pude observar que mi habilidad para leer en chino mejoraba mientras estaba en Japón, a pesar de que, en realidad, nunca leía en chino. Creo que también mejoró mi habilidad para hablar chino ya que mi cerebro era cada vez más capaz de procesar distintos idiomas. Por cierto, aprender nuevos idiomas

nunca me ha confundido o desplazado los aprendidos anteriormente.

La relación entre los sistemas de escritura y el cerebro es muy interesante e ilustra la variada naturaleza del aprendizaje de idiomas. Según Robert Ornstein, en La Mente Perfecta:

Casi todos los sistemas (de escritura) pictográficos son verticales, mientras que la mayoría de los fonográficos son horizontales. Y de varios cientos de sistemas fonográficos que utilizan vocales, casi todos se escriben hacia la derecha, mientras que de unos cincuenta que no tienen signos para las vocales, todos se escriben hacia la izquierda. De esto se deduce que existe una buena razón para relacionar el tipo de sistema y la dirección. Y el candidato más probable es que nuestros ojos y cerebro trabajan en distintas direcciones según la clase de escritura que están leyendo. Es probable que la cultura en donde uno nace y se cría durante los primeros años afecte la forma en la que se organizan los hemisferios.

Los griegos, como casi todo el resto del mundo, desarrollaron su alfabeto basado en el alfabeto fenicio. A

mediados de los años 700 aC, el nuevo alfabeto griego estaba en uso pero se escribía de derecha a izquierda, de la misma manera que su padre. Pasados unos ciento cincuenta años se escribía en bustrófedon, refiriéndose a la ruta en que un buey ara la tierra, alternativamente de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Pero alrededor del año 500 aC se había establecido en el familiar de izquierda a derecha.

Además del sistema de escritura, otro obstáculo inicial que encontré en el japonés era la similitud de los sonidos. Ésta es una reacción común al comenzar con un idioma nuevo, pero el japonés tiene, de hecho, menos sonidos diferentes que ningún otro idioma. Al comienzo, la adquisición del vocabulario era lenta. Este problema desapareció al acostumbrarme a ver y escuchar las palabras en sus contextos naturales. Las dificultades encontradas en los comienzos del aprendizaje de un idioma pueden ser desalentadoras. Sin embargo, la constante exposición y una mente abierta le permitirán superar gradualmente estos problemas.