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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 41. LA ACTITUD DEL LINGÜISTA. Los Límites de la Enseñanza de Idiomas

Al idioma hay que descubrirlo. No se le puede enseñar a un estudiante que no está motivado. Convertirse en lingüista no depende de las escuelas o de los maestros, sino de usted. Los maestros de idiomas pueden ayudarlo a mejorar, pero no pueden hacer que usted sea fluido al hablar. Usted debe adquirir el idioma por sí mismo. El maestro puede estimular, explicar y brindarle los mejores recursos lingüísticos. Después de eso, usted debe hacerse cargo y continuar con su propio aprendizaje, según sus intereses y su naturaleza. De esta manera, aprenderá naturalmente y sin estrés.

Muy a menudo, el aula es un entorno artificial donde el énfasis está puesto en enseñar el idioma según un horario impuesto por el plan de estudios. Se espera que el maestro imparta conocimientos lingüísticos o técnicas en un determinado orden. En tanto el libro de textos sea cubierto en el tiempo preestablecido y los resultados de las evaluaciones sean buenos, se supone que el idioma se ha aprendido. Lamentablemente, los resultados en términos de fluidez son decepcionantes. El aula puede resultar estresante. A menudo, a los estudiantes les molesta ser corregidos delante de otros, y con frecuencia se frustran por su falta de habilidad para hablar correctamente. Existe una expectativa subyacente de que los estudiantes puedan desempeñarse correctamente en lugar de que puedan simplemente comunicarse. Alternativamente, los estudiantes se sienten amenazados o fastidiados por sus compañeros de clase, ya sea porque son más o menos competentes que ellos para aprender el nuevo idioma.

En las aulas más efectivas, no se estudia el idioma en sí, sino algún otro tema de interés para los alumnos. Al estudiar otro tema de interés, los alumnos absorben el idioma y son menos concientes de sus propias dificultades lingüísticas, ya que están entusiasmados por el hecho de poder comunicarse sobre algo de interés para ellos. Una vez que los estudiantes se exponen a una cantidad suficiente de contenidos interesantes –escuchando o leyendo en el idioma nuevo- gradualmente notan la necesidad de corregir las estructuras y el uso de las palabras. Están motivados a trabajar sobre estos aspectos del idioma.

Es mejor que el estudiante pida ayuda cuando la necesita y no que tenga que responder a los horarios del maestro. Es maestro puede corregir a los estudiantes en privado o en contenidos escritos y ofrecer las explicaciones gramaticales importantes según sea necesario. El aula puede ser un ámbito de aprendizaje útil si se lo usa de manera flexible, es decir, que el estudiante pueda tener el control y no el maestro.

Otra manera en la que los maestros, más que los alumnos, controlan la enseñanza convencional de idiomas es a través de las frecuentes pruebas para evaluar a los alumnos. Por diversos motivos, las autoridades educativas consideran necesario tratar de evaluar la competencia lingüística del hablante no nativo. Para el inglés existen evaluaciones estandarizadas con nombres como TOEFL y TOEIC y acrónimos similares (Examen de Inglés como Lengua Extranjera y Examen de Inglés para la Comunicación Internacional).

Estos exámenes pueden ser un mal necesario para el ingreso a la universidad o para entrevistas de trabajo, pero en mi opinión, los resultados de estos exámenes no son un indicador confiable de la fluidez en el idioma. No deben convertirse en una obsesión y nunca deben ser el objetivo final del aprendizaje de idiomas. El mejor juez para evaluar su competencia lingüística es usted mismo, el estudiante. Usted sabe si puede leer con mayor facilidad, si entiende más lo que escucha o si expresarse le resulta más fácil. Paradójicamente, logrará mejores resultados en estos exámenes adquiriendo una habilidad equilibrada en el idioma nuevo más que simplemente estudiando para aprobarlos.

Demasiados estudiantes de idiomas se preocupan por obtener buenos resultados en estos exámenes en lugar de aprender a comunicarse con facilidad. Al prepararse para estos exámenes –en especial para los de mayor nivel- los alumnos estudian listas de palabras aisladas de todo contexto. Pasan incontables horas repasando libros de gramática, listas de verbos, frases, giros y modelos de preguntas. Estudian las técnicas para obtener altas calificaciones en estos exámenes. De esta manera, siguen métodos de estudio que resultan ineficientes y estresantes. A la larga, el énfasis excesivo por lograr un alto puntaje en exámenes como el TOEFL o el TOEIC pueden desviarlo de la meta real que es adquirir fluidez en el idioma. Los exámenes son sólo una meta provisoria en la ruta hacia el éxito académico y profesional. Si sólo se concentra en los resultados de los exámenes sin verdaderamente aprender el idioma, se está engañando a usted mismo. Al final, no podrá usar el idioma eficientemente.

No existen los atajos. Para sentirse cómodo al responder la mayoría de las preguntas del TOEFL y del TEOIC, hay que estar familiarizado con el torrente natural del idioma en distintos contextos. La mejor manera de lograrlo es escuchando y leyendo una gran variedad de material interesante, a la vez que se sigue un programa que lo ayude a recordar las palabras nuevas y, especialmente, las frases más comunes. Esta clase de exposición al idioma nuevo en situaciones reales, y no estudiando gramática y listas de palabras, es la manera más veloz y agradable de aprender.

En algunos países, especialmente en el este de Asia, existe una feroz competencia para ingresar a escuelas y universidades prestigiosas. La habilidad para los idiomas extranjeros es una materia importante y los niños son sometidos a programas de estudio de alta presión para lograr buenas calificaciones en los exámenes nacionales. Hay escuelas atestadas con aulas de cincuenta a setenta alumnos. Es imposible aprender a comunicarse en situaciones como éstas. Los maestros se dedican exclusivamente a revelar cómo obtener altas calificaciones en este infierno de exámenes. Comprendo perfectamente que este tipo de enseñanza puede terminar con el interés del alumno por aprender un nuevo idioma.

El sistema de la escuela pública ha fracasado ampliamente en la enseñanza de segundas lenguas en todas partes. Esto ha tenido una influencia negativa en el aprendizaje de idiomas. Muchos lingüistas potenciales están condicionados a pensar que un idioma es una materia tediosa que debe enseñarse en las escuelas.

En mi caso particular, estudiar explicaciones gramaticales teóricas era muy poco interesante para mí y no me parecía una método efectivo para aprender idiomas. Me resistía a hacer ejercicios y responder preguntas que evaluaban mis conocimientos gramaticales. Luego de dejar la escuela secundaria, descubrí que aprendía con mayor rapidez exponiéndome sistemáticamente al idioma que dependiendo de la enseñanza formal del aula. Las estructuras que al principio me resultaban extrañas y difíciles, con el tiempo se tornaban naturales al encontrarlas frecuentemente en material de lectura o auditivo.

De vez en cuando consultaba libros de gramática para aclarar alguna duda que tuviera sobre el idioma. En algunos casos, la explicación me resultaba útil y en otras no. Lo mismo sucedía cuando consultaba el significado de las palabras en el diccionario, generalmente recordaba las explicaciones o las reglas gramaticales (si las entendía) por poco tiempo y luego las olvidaba. Finalmente, mi gramática mejoró con la suficiente exposición al idioma.

Estaba preparado para dedicarle un esfuerzo considerable a escuchar y leer sobre temas que fueran de mi interés pero fuera del aula. Esta fue la manera natural y agradable de descubrir el idioma. Desarrollé mis propios sistemas para ampliar mi vocabulario y asegurarme que podría retener las palabras y las frases –sin olvidarlas rápidamente- a pesar de no volver a verlas por unos días. Sabía que mi progreso dependía, en gran parte, de mi propio esfuerzo y estaba constantemente motivado para buscar nuevos contenidos, en lugar de depender de lo que me proporcionaban en clase.

Sin duda, existen estudiantes que se sienten felices en el entorno estructurado de un aula convencional y que se sienten cómodos estudiando gramática y preparándose para los exámenes. Incluso hasta esos estudiantes pueden beneficiarse con un sistema de aprendizaje auto-dirigido como The Linguist. Adaptando el proceso de aprendizaje a sus necesidades e intereses, los estudiantes notarán que su experiencia lingüística en el aula será más efectiva. De esta manera, también podrán seguir progresando en el idioma después de finalizadas las clases formales.

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Al idioma hay que descubrirlo. No se le puede enseñar a un estudiante que no está motivado. Convertirse en lingüista no depende de las escuelas o de los maestros, sino de usted. Los maestros de idiomas pueden ayudarlo a mejorar, pero no pueden hacer que usted sea fluido al hablar. Usted debe adquirir el idioma por sí mismo. El maestro puede estimular, explicar y brindarle los mejores recursos lingüísticos. Después de eso, usted debe hacerse cargo y continuar con su propio aprendizaje, según sus intereses y su naturaleza. De esta manera, aprenderá naturalmente y sin estrés.

Muy a menudo, el aula es un entorno artificial donde el énfasis está puesto en enseñar el idioma según un horario impuesto por el plan de estudios. Se espera que el maestro imparta conocimientos lingüísticos o técnicas en un determinado orden. En tanto el libro de textos sea cubierto en el tiempo preestablecido y los resultados de las evaluaciones sean buenos, se supone que el idioma se ha aprendido. Lamentablemente, los resultados en términos de fluidez son decepcionantes. El aula puede resultar

estresante. A menudo, a los estudiantes les molesta ser corregidos delante de otros, y con frecuencia se frustran por su falta de habilidad para hablar correctamente. Existe una expectativa subyacente de que los estudiantes puedan desempeñarse correctamente en lugar de que puedan simplemente comunicarse. Alternativamente, los estudiantes se sienten amenazados o fastidiados por sus compañeros de clase, ya sea porque son más o menos competentes que ellos para aprender el nuevo idioma.

En las aulas más efectivas, no se estudia el idioma en sí, sino algún otro tema de interés para los alumnos. Al estudiar otro tema de interés, los alumnos absorben el idioma y son menos concientes de sus propias dificultades lingüísticas, ya que están entusiasmados por el hecho de poder comunicarse sobre algo de interés para ellos. Una vez que los estudiantes se exponen a una cantidad suficiente de contenidos interesantes –escuchando o leyendo en el idioma nuevo- gradualmente notan la necesidad de corregir las estructuras y el uso de las palabras. Están motivados a trabajar sobre estos aspectos del idioma.

Es mejor que el estudiante pida ayuda cuando la necesita y no que tenga que responder a los horarios del maestro. Es maestro puede corregir a los estudiantes en privado o en contenidos escritos y ofrecer las explicaciones gramaticales importantes según sea necesario. El aula puede ser un ámbito de aprendizaje útil si se lo usa de manera flexible, es decir, que el estudiante pueda tener el control y no el maestro.

Otra manera en la que los maestros, más que los alumnos, controlan la enseñanza convencional de idiomas es a través de las frecuentes pruebas para evaluar a los alumnos. Por diversos motivos, las autoridades educativas consideran necesario tratar

de evaluar la competencia lingüística del hablante no nativo. Para el inglés existen evaluaciones estandarizadas con nombres como TOEFL y TOEIC y acrónimos similares (Examen de Inglés como Lengua Extranjera y Examen de Inglés para la Comunicación Internacional).

Estos exámenes pueden ser un mal necesario para el ingreso a la universidad o para entrevistas de trabajo, pero en mi opinión, los resultados de estos exámenes no son un indicador confiable de la fluidez en el idioma. No deben convertirse en una obsesión y nunca deben ser el objetivo final del aprendizaje de idiomas. El mejor juez para evaluar su competencia lingüística es usted mismo, el estudiante. Usted sabe si puede leer con mayor facilidad, si entiende más lo que escucha o si expresarse le resulta más fácil. Paradójicamente, logrará mejores resultados en estos exámenes adquiriendo una habilidad equilibrada en el idioma nuevo más que simplemente estudiando para aprobarlos.

Demasiados estudiantes de idiomas se preocupan por obtener buenos resultados en estos exámenes en lugar de aprender a comunicarse con facilidad. Al prepararse para estos exámenes –en especial para los de mayor nivel- los alumnos estudian listas de palabras aisladas de todo contexto. Pasan incontables horas repasando libros de gramática, listas de verbos, frases, giros y modelos de preguntas. Estudian las técnicas para obtener altas calificaciones en estos exámenes. De esta manera, siguen métodos de estudio que resultan ineficientes y estresantes. A la larga, el énfasis excesivo por lograr un alto puntaje en exámenes como el TOEFL o el TOEIC pueden desviarlo de la meta real que es adquirir fluidez en el idioma. Los exámenes son sólo una meta provisoria en la ruta hacia el

éxito académico y profesional. Si sólo se concentra en los resultados de los exámenes sin verdaderamente aprender el idioma, se está engañando a usted mismo. Al final, no podrá usar el idioma eficientemente.

No existen los atajos. Para sentirse cómodo al responder la mayoría de las preguntas del TOEFL y del TEOIC, hay que estar familiarizado con el torrente natural del idioma en distintos contextos. La mejor manera de lograrlo es escuchando y leyendo una gran variedad de material interesante, a la vez que se sigue un programa que lo ayude a recordar las palabras nuevas y, especialmente, las frases más comunes. Esta clase de exposición al idioma nuevo en situaciones reales, y no estudiando gramática y listas de palabras, es la manera más veloz y agradable de aprender.

En algunos países, especialmente en el este de Asia, existe una feroz competencia para ingresar a escuelas y universidades prestigiosas. La habilidad para los idiomas extranjeros es una materia importante y los niños son sometidos a programas de estudio de alta presión para lograr buenas calificaciones en los

exámenes nacionales. Hay escuelas atestadas con aulas de cincuenta a setenta alumnos. Es imposible aprender a comunicarse en situaciones como éstas. Los maestros se dedican exclusivamente a revelar cómo obtener altas calificaciones en este infierno de exámenes. Comprendo perfectamente que este tipo de enseñanza puede terminar con el interés del alumno por aprender un nuevo idioma.

El sistema de la escuela pública ha fracasado ampliamente en la enseñanza de segundas lenguas en todas partes. Esto ha tenido una influencia negativa en el aprendizaje de idiomas. Muchos lingüistas potenciales están condicionados a pensar que un idioma es una materia tediosa que debe enseñarse en las escuelas.

En mi caso particular, estudiar explicaciones gramaticales teóricas era muy poco interesante para mí y no me parecía una método efectivo para aprender idiomas. Me resistía a hacer ejercicios y responder preguntas que evaluaban mis conocimientos gramaticales. Luego de dejar la escuela secundaria, descubrí que aprendía con mayor rapidez exponiéndome sistemáticamente al idioma que dependiendo de la enseñanza formal del aula. Las estructuras que al principio me resultaban extrañas y difíciles, con el tiempo se tornaban naturales al encontrarlas frecuentemente en material de lectura o auditivo.

De vez en cuando consultaba libros de gramática para aclarar alguna duda que tuviera sobre el idioma. En algunos casos, la explicación me resultaba útil y en otras no. Lo mismo sucedía cuando consultaba el significado de las palabras en el diccionario, generalmente recordaba las explicaciones o las reglas gramaticales (si las entendía) por poco tiempo y luego las

olvidaba. Finalmente, mi gramática mejoró con la suficiente exposición al idioma.

Estaba preparado para dedicarle un esfuerzo considerable a escuchar y leer sobre temas que fueran de mi interés pero fuera del aula. Esta fue la manera natural y agradable de descubrir el idioma. Desarrollé mis propios sistemas para ampliar mi vocabulario y asegurarme que podría retener las palabras y las frases –sin olvidarlas rápidamente- a pesar de no volver a verlas por unos días. Sabía que mi progreso dependía, en gran parte, de mi propio esfuerzo y estaba constantemente motivado para buscar nuevos contenidos, en lugar de depender de lo que me proporcionaban en clase.

Sin duda, existen estudiantes que se sienten felices en el entorno estructurado de un aula convencional y que se sienten cómodos estudiando gramática y preparándose para los exámenes. Incluso hasta esos estudiantes pueden beneficiarse con un sistema de aprendizaje auto-dirigido como The Linguist. Adaptando el proceso de aprendizaje a sus necesidades e intereses, los estudiantes notarán que su experiencia lingüística en el aula será más efectiva. De esta manera, también podrán seguir progresando en el idioma después de finalizadas las clases formales.