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The Linguist. Una Guía Personal para el Aprendizaje de Idiomas, 32. UNA AVENTURA LINGÜÍSTICA. Cantonés

Fue después de mis cincuenta años, en Vancouver, que decidí trabajar de verdad con el cantonés, ya que mucha gente en Vancouver habla este idioma. Siempre había escuchado cantonés cuando estaba con los familiares de mi esposa. Sin embargo, mi habilidad no iba más allá de ordenar comida en un restaurante y hasta allí cometía errores.

Nunca soy tímido para usar el poco conocimiento que tengo de un idioma. En una oportunidad, estaba en un restaurante y quería ordenar una docena de arrolladitos primavera o chun gyun, ordené una docena de chun doi o “bolsas de primavera.” En chino, la palabra chun significa primavera, y tiene connotación sexual (me parece una asociación muy poética). Lamentablemente para mí, chun doi o bolsas de primavera se refiere al órgano sexual masculino y no a una comida. Después del impacto inicial, todos nos reímos.

Mi esposa creció hablando cantonés. Sin embargo, en casa siempre hablábamos en inglés y no íbamos a cambiar un hábito de treinta años. Podía leer el periódico chino en mandarín pero no podía pronunciar los caracteres en cantonés. Recurrí a la ayuda de mi amigo Gabriel Yiu, reportero de habla cantonesa en Vancouver, pero en realidad no logré progresar.

Supongo que entendía el diez por ciento de lo que escuchaba en las conversaciones o en la radio. Creo que una persona debe entender bien el noventa por ciento de la mayoría de las situaciones para ser considerado fluido. Tenía un largo camino por recorrer. El problema es que tenía una actitud equivocada. Inconscientemente, creía que la pronunciación, con nueve tonos distintos, era muy difícil. También creía que el mandarín, el idioma nacional, era lo suficientemente útil y que en realidad no necesitaba el cantonés. No estaba comprometido.

Comencé a buscar material de estudio cantonés en las librerías de Vancouver. Encontré un libro que equivalía a un adelanto muy importante. Este libro desmitificaba el tema de los nueve tonos del cantonés. Este sistema hacía énfasis en que seis tonos eran suficientes. Esto me pareció muy sensato ya que creía que ni siquiera aprendiendo correctamente esos seis tonos podría comunicarme de manera adecuada. Además, el autor mostraba que estos mismos tonos existen en el inglés, no para distinguir el significado de las palabras sino para darle énfasis a las oraciones. De repente, me di cuenta de que todos estos tonos ya me eran familiares por el inglés. Había sido prisionero de mi temor a los tonos. El obstáculo de los tonos había desaparecido y las puertas estaban abiertas.

El siguiente paso era conseguir material de audio. Le pedía a la gente que me grabara contenidos sencillos para poder escucharlos una y otra vez. Luego compré un reproductor de minidiscos, que es realmente una herramienta revolucionaria para los estudiantes de idiomas. Puede grabar de la radio o la televisión, y hasta descargar de una computadora. Puede grabar la propia voz y guardar gran cantidad de material. Sin embargo, es liviano y la calidad de sonido es excelente.

Pronto comencé a grabar programas de radio cantoneses, incluyendo programas de debate abierto. A medida que mi cantonés mejoraba, comencé a llamar por teléfono a estos programas para expresar mi opinión sobre distintos temas. Grababa todo esto y luego comparaba mi pronunciación con la de los locutores nativos. Con la grabadora de minidiscos alcancé el grado de concentración necesario en mi aprendizaje para lograr un adelanto muy importante en la adquisición del cantonés. Lamentablemente, no he podido encontrar textos electrónicos en cantonés para el material de audio disponible. Seguramente, pronto aparecerán y esto facilitará el aprendizaje del cantonés.

Mi comprensión mejoró gradualmente gracias a la concentración en el contenido que escuchaba y a mi conocimiento del mandarín. Esto reforzó todas mis anteriores experiencias con el aprendizaje de idiomas. Una vez más, destacó el rol crucial del estudiante para lograr el éxito, y la importancia de encontrar material interesante. Mi éxito con el cantonés también confirmó que la edad no es un obstáculo para el correcto aprendizaje de un idioma, siempre que el estudiante esté preparado para el compromiso.

Si bien mi fluidez no es completa, puedo mantener una conversación, hasta el punto de llamar por teléfono a los programas de debate abierto de las radios. Mi periodo de seis meses de mayor esfuerzo ha quedado atrás, y continuaré mejorando con sólo escuchar la radio y hablar con la gente. Recientemente, y después de una ausencia de 29 años, pasé unos días en Shen Zhen y Guang Zhou (Cantón). Por supuesto, me asombré por los grandes cambios en esos lugares. Disfruté a pleno poder hablar cantonés con la gente que conocí y esto contribuyó al placer de mi visita. Todo el esfuerzo puesto en el aprendizaje de idiomas y en la creación de un entorno de aprendizaje personalizado ha sido enormemente agilizado por Internet y el software moderno. Lo que a mí me demandó un gran esfuerzo, en la actualidad se puede lograr de manera más eficaz y amena. Espero ansioso poder aprender más idiomas y continuar mejorando mis aptitudes en aquellos que ya hablo.

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Fue después de mis cincuenta años, en Vancouver, que decidí trabajar de verdad con el cantonés, ya que mucha gente en Vancouver habla este idioma. Siempre había escuchado cantonés cuando estaba con los familiares de mi esposa. Sin embargo, mi habilidad no iba más allá de ordenar comida en un restaurante y hasta allí cometía errores.

Nunca soy tímido para usar el poco conocimiento que tengo de un idioma. En una oportunidad, estaba en un restaurante y quería ordenar una docena de arrolladitos primavera o chun gyun, ordené una docena de chun doi o “bolsas de primavera.” En chino, la palabra chun significa primavera, y tiene connotación sexual (me parece una asociación muy poética). Lamentablemente para mí, chun doi o bolsas de primavera se refiere al órgano sexual masculino y no a una comida. Después del impacto inicial, todos nos reímos.

Mi esposa creció hablando cantonés. Sin embargo, en casa siempre hablábamos en inglés y no íbamos a cambiar un hábito de treinta años. Podía leer el periódico chino en mandarín pero no podía pronunciar los caracteres en cantonés. Recurrí a la ayuda de mi amigo Gabriel Yiu, reportero de habla cantonesa en Vancouver, pero en realidad no logré progresar.

Supongo que entendía el diez por ciento de lo que escuchaba en las conversaciones o en la radio. Creo que una persona debe entender bien el noventa por ciento de la mayoría de las situaciones para ser considerado fluido. Tenía un largo camino por recorrer. El problema es que tenía una actitud equivocada. Inconscientemente, creía que la pronunciación, con nueve tonos distintos, era muy difícil. También creía que el mandarín, el idioma nacional, era lo suficientemente útil y que en realidad no necesitaba el cantonés. No estaba comprometido.

Comencé a buscar material de estudio cantonés en las librerías de Vancouver. Encontré un libro que equivalía a un adelanto muy importante. Este libro desmitificaba el tema de los nueve tonos del cantonés. Este sistema hacía énfasis en que seis tonos eran suficientes. Esto me pareció muy sensato ya que creía que ni siquiera aprendiendo correctamente esos seis tonos podría comunicarme de manera adecuada. Además, el autor mostraba que estos mismos tonos existen en el inglés, no para distinguir el

significado de las palabras sino para darle énfasis a las oraciones. De repente, me di cuenta de que todos estos tonos ya me eran familiares por el inglés. Había sido prisionero de mi temor a los tonos. El obstáculo de los tonos había desaparecido y las puertas estaban abiertas.

El siguiente paso era conseguir material de audio. Le pedía a la gente que me grabara contenidos sencillos para poder escucharlos una y otra vez. Luego compré un reproductor de minidiscos, que es realmente una herramienta revolucionaria para los estudiantes de idiomas. Puede grabar de la radio o la televisión, y hasta descargar de una computadora. Puede grabar la propia voz y guardar gran cantidad de material. Sin embargo, es liviano y la calidad de sonido es excelente.

Pronto comencé a grabar programas de radio cantoneses, incluyendo programas de debate abierto. A medida que mi cantonés mejoraba, comencé a llamar por teléfono a estos programas para expresar mi opinión sobre distintos temas. Grababa todo esto y luego comparaba mi pronunciación con la de los locutores nativos. Con la grabadora de minidiscos alcancé el grado de concentración necesario en mi aprendizaje para lograr un adelanto muy importante en la adquisición del cantonés. Lamentablemente, no he podido encontrar textos electrónicos en cantonés para el material de audio disponible. Seguramente, pronto aparecerán y esto facilitará el aprendizaje del cantonés.

Mi comprensión mejoró gradualmente gracias a la concentración en el contenido que escuchaba y a mi conocimiento del mandarín. Esto reforzó todas mis anteriores experiencias con el aprendizaje de idiomas. Una vez más, destacó el rol crucial del estudiante para lograr el éxito, y la importancia de encontrar material interesante. Mi éxito con el cantonés también confirmó que la edad no es un obstáculo para el correcto aprendizaje de un idioma, siempre que el estudiante esté preparado para el compromiso.

Si bien mi fluidez no es completa, puedo mantener una conversación, hasta el punto de llamar por teléfono a los programas de debate abierto de las radios. Mi periodo de seis meses de mayor esfuerzo ha quedado atrás, y continuaré mejorando con sólo escuchar la radio y hablar con la gente. Recientemente, y después de una ausencia de 29 años, pasé unos días en Shen Zhen y Guang Zhou (Cantón). Por supuesto, me asombré por los grandes cambios en esos lugares. Disfruté a

pleno poder hablar cantonés con la gente que conocí y esto contribuyó al placer de mi visita.

Todo el esfuerzo puesto en el aprendizaje de idiomas y en la creación de un entorno de aprendizaje personalizado ha sido enormemente agilizado por Internet y el software moderno. Lo que a mí me demandó un gran esfuerzo, en la actualidad se puede lograr de manera más eficaz y amena. Espero ansioso poder aprender más idiomas y continuar mejorando mis aptitudes en aquellos que ya hablo.