Participar de la cultura de un país es importante, de esta manera se logra el estado mental para poder absorber el idioma. No todos los encuentros son agradables o de bienvenida, pero hay que perseverar. A veces, encontrará resistencia por ser extranjero. Este fenómeno se da en todas las culturas y puede suceder en cualquier momento. Pero la mayoría de los encuentros serán agradables y memorables.
Uno de los momentos de mayor orgullo en Japón fue cuando participé en el Kiba Matsuri, o Festival del Mercado de la Madera. Yo era miembro de uno de los tantos grupos de jóvenes que llevaban shorts blancos o taparrabos, una chaqueta de algodón happi y un hachimaki alrededor de la cabeza. Llevábamos pesados altares de madera por las calles de Tokio, desde la mañana hasta la noche, bebiendo sake y refrescándonos con el agua que arrojaban los espectadores. Gritábamos Wasshoi cada vez que arrojábamos al aire los pesados altares y los volvíamos a atrapar. Por ser más alto que los otros hombres, o soportaba una carga desproporcionada o debía doblar mis rodillas constantemente. Supongo que, desde las 5:30 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde, hice ambas cosas. Aquella noche apenas pude llegar a la cama, estaba extenuado y dolorido.
A menudo, notaba que algunos extranjeros que estudiaban japonés alcanzaban la cima de su capacidad lingüística hacia el final del periodo de aprendizaje. Una vez inmersos en la vida laboral japonesa, volvían a vivir en inglés, deteriorando así sus aptitudes para el japonés. Nunca se esforzaron lo suficiente para que vivir y trabajar en japonés fuera natural para ellos. Intencionalmente opté por un enfoque diferente. Esto no significaba que no podía vivir en inglés con otros canadienses, sólo significaba que había creado una nueva opción para mí: la de vivir en japonés.
La tendencia a estar más cómodos en nuestra propia comunidad cultural es un hecho normal; sin embargo, no es útil para el aprendizaje de idiomas. Una vez que uno realmente se compromete con el idioma local y hace amigos y establece relaciones profesionales locales, las diferencias se tornan menos evidentes y las similitudes más evidentes. Disfruté a pleno mi estadía de nueve años en Japón. Me marché con una profunda apreciación por la cultura japonesa y el refinamiento que ponen los japoneses en tantos aspectos de las actividades cotidianas.
Soy consciente de las diferencias culturales entre los pueblos y de las diferencias personales entre los individuos. Aun así, mi comprensión de las similitudes esenciales de todos los seres humanos se confirmó durante mi estadía en Japón. Por encima de todo, cada ser humano es un individuo, con esperanzas, miedos y ambiciones. Buscamos bienestar estando dentro de una comunidad, ya sea local, nacional o religiosa. Sin embargo, se logra una mayor sensación de bienestar cuando reconocemos que, como individuos, todos somos iguales dentro de la familia humana.
Japón está enfrentando muchas dificultades económicas en la actualidad. La tradicional estructura jerárquica de la sociedad japonesa ha inhibido la contribución de las generaciones jóvenes para solucionar estos problemas. Probablemente, esto cambie. En lo que Kennichi Ohmae, un pensador japonés de vanguardia, llama “el moderno mundo sin fronteras,” el aumento del conocimiento de idiomas extranjeros asegurará una mayor diversidad de perspectivas en los temas que afectan a la sociedad japonesa.